ACTIVIDAD

Tras la pista del arte

El Museu del Modernisme Català propone un juego para recorrer las salas de una forma entretenida y a la vez descubrir los detalles y la simbología de las obras de la colección

Terracota policromada de Lambert Escaler (1903).

Terracota policromada de Lambert Escaler (1903).

NATÀLIA FARRÉ
BARCELONA

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En la planta baja del Museu del Modernisme Català, un inmenso vitral de Joaquim Mir reina en una de las paredes. A simple vista se aprecia el estallido de luz y color típico del pintor en lo que parece ser un frondoso jardín. Si uno se fija un poco más alcanza a ver una oca batiendo sus alas en la parte inferior de la vidriera. Y si uno se detiene a observar minuciosamente la obra, descubre que en realidad el ganso no está solo. «¡Hay 12 ocas en total!». «¡También un hombre y una mujer junto a un jarro de jardín!». «¡Y una cascada!». Detalles que con una simple mirada no se aprecian, pero que Albert, Raquel, Jordi y Magda descubren con el juego que propone el museo.

A la recerca de tresor perdut es una propuesta gratuita –va incluida en el precio de la entrada– para realizar el recorrido por la colección modernista del espacio de la calle de Balmes de una forma diferente a la convencional. El visitante, a través de una serie de pistas, debe ir buscando unas obras determinadas, una vez localizadas apuntar el nombre del artista que las creó –la sala exhibe piezas de Casas, Gaudí, Homar, Busquets, Llimona, Rusiñol, Escaler y Busquets, entre otros– y con esto completar un crucigrama. Si la frase resultante tiene sentido, premio; si no, hay que volver a empezar. «El objetivo –explica Gabriel Pinós, responsable del museo– es invitar a los espectadores a fijarse en los detalles y en la simbología de las piezas modernistas».

Detalles que en una visita normal se pierden. Así lo afirma Albert: «Sin el juego habría visto el dragón pero se me habrían pasado por alto el murciélago, las conchas de Santiago, el caracol y la serpiente». Los animales a los que se refiere Albert están tallados en una preciosa arqueta que Joan Busquets realizó para los aposentos que Alfonso XIII ocupó durante su visita a Barcelona en 1888.

VERSIÓN PARA NIÑOS / La idea es fijarse tanto en las obras en particular como en el conjunto. «Hay elementos que se repiten constantemente en las piezas: flores, hojas de roble, cisnes, pavos reales y dragones», explica Pinós. Y de esta manera poder hacer analogías, por ejemplo: los girasoles aparecen constantemente en las obras de Joan Busquets y las rosas en las de Gaspar Homar. Esto último lo ve rápidamente Eric, que con 9 años se atreve con la versión infantil del juego y no para de contar las rosas que aparecen en las piezas de Homar. Afirma que con la yincana se lo ha pasado «muy bien» y ha aprendido «muchas cosas». ¿Cuáles? «Que Gaudí además de la Sagrada Família hizo bancos para sentarse».

Los mayores también afirman divertirse. Mientras busca los bosques y los viejos primates sabios y educados que salen en las pistas del juego, a Raquel le parece estar «en una película de Indiana Jones». Quizá enIndiana Jones y la última cruzada, a tenor de las cruces gamadas de otra de las arquetas expuestas. Detalle que suele pasar desapercibido, pero que cuando se ve sorprende. No es que los modernistas se anticiparan al nazismo, es que la esvástica es un símbolo utilizado desde la antigüedad.

«Al principio parece que como estás pendiente de las obras del juego te olvidas del resto, pero no es así, ya que cuando empiezas a buscar ocas, por ejemplo, acabas viendo todos los cuadros que tienen ocas», apunta Jordi. El resumen es que la experiencia es «divertida e instructiva», afirman todos. ¿Y el resultado? Cuatro crucigramas correctos y uno erróneo.