CONFLICTO

Kafka sale de la caja fuerte

Un tribunal de Tel Aviv ordena abrir 10 depósitos de seguridad en bancos de Israel y Suiza que contienen cartas, manuscritos y fotografías del autor de 'El proceso'

Franz Kafka en 1906, a los 23 años.

Franz Kafka en 1906, a los 23 años.

RICARDO MIR DE FRANCIA
JERUSALÉN

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durante medio siglo han sido objeto de litigios judiciales, materia de especulación entre detectives literarios y tesoro codiciado por archivos estatales. Pero hasta ahora nadie sabía qué contenían. Gracias a la orden de un juzgado de Tel Aviv, la semana pasada comenzaron a abrirse los 10 cajas de seguridad guardados en dos bancos israelís y otro suizo que contienen el legado oculto de Franz Kafka y su agente literario, Max Brod. Primero en Tel Aviv, ayer en Zúrich. Esas cajas podrían contener cartas, manuscritos o dibujos, lo suficiente, quizás, para esclarecer la compleja personalidad del autor deEl proceso.

La exhumación de los depósitos se enmarca en el litigio que mantienen las supuestas depositarias del testamento de Brod y el Estado de Israel. Las primeras, Eva y Ruth Hoffe, sostienen que heredaron el legado de su madre (Esther), mientras que las autoridades reclaman los documentos al considerar que corren peligro en manos privadas y forman parte del legado cultural de Israel.

De momento nada ha trascendido del contenido de las cajas fuertes. Cuatro de ellas, depositadas en 1956 por Esther Hoffe, estaba previsto que se abrieran ayer en el banco UBS de Zurich para que las inspeccionaran varios abogados y expertos israelís y alemanes. Pero la entidad suiza no confirmó la información, amparándose en la confidencialidad de sus clientes.

Sí se sabe que la primera caja se abrió el miércoles en el Discount Bank de Tel Aviv, donde se encuentran las otras seis cajas de seguridad. Fue un aconteciendo emotivo. Según algunos testigos, la septuagenaria Eva Hoffe irrumpió en la entidad gritando «es mía, es mía», mientras intentaba impedir a los abogados que accedieran al depósito. Pero en este caso tampoco hay información sobre su contenido. El juzgado de familia de Tel Aviv al frente del caso ha decretado el secreto de sumario a petición de las hermanas Hoffe.

Todo muy kafkiano. Tras morir de tuberculosis en un sanatorio en las afueras de Viena en 1924, Kafka dio a Brod instrucciones precisas: «Querido Max. Mi última petición: todo cuanto dejo atrás debe ser quemado sin ser leído…» Pero su amigo y futuro editor desoyó sus deseos y poco después de su muerte publicóEl CastillooEl Proceso,antes de recalar en Palestina huyendo de la invasión nazi de Checoslovaquia.

LEGADOS SUCESIVOS / A su muerte en 1969, Brod legó los manuscritos, las cartas y los dibujos de Kafka que no había cedido a instituciones como la Universidad de Oxford a la que fue durante años su secretaria y amiga íntima, Esther Hoffe. Esta no dudó en vender algunos al mejor postor, una práctica que continuaron sus hijas. Esa subasta podría acabar pronto ahora. Una vez tenga el inventario detallado del contenido de las cajas fuertes, el juzgado de Tel Aviv decidirá si deja mantiene el tesoro de Kafka y Brod en manos de las hermanas Hoffe o lo transfiere a la Biblioteca Nacional de Israel.