FOTOGRAFÍA BAJO SOSPECHA
El miliciano cambia de pie
La imagen del miliciano que cae desplomado en las primeras semanas de la guerra civil ha vuelto a quedar como la concibió su autor, Robert Capa: ligeramente desenfocada. La doble exposición sobre la obra del fundador de Magnum y su compañera Gerda Taro que pudo verse el verano pasado en el MNAC se instaló ayer en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Algo ha cambiado en ella: de momento los pies de foto, tras un año en el que diversas informaciones e investigaciones han aclarado que la imagen no se tomó el 5 de septiembre durante los combates de Cerro Muriano, sino unos pocos días antes o después en un sector tranquilo del frente, el pueblo cordobés de Espejo, lo que ha renovado las dudas sobre la veracidad de la escena.
En el nuevo montaje, las fotografías se identifican simplemente como situadas en «el frente de Córdoba», entre agosto y septiembre de 1936. Al mismo tiempo, la agencia Magnum ha eliminado también la referencia a Cerro Muriano en su web, y añade una advertencia bajo la fotografía del miliciano: «No utilizar en libros o portadas de revistas hasta nueva orden».
Ambigüedad
Cynthia Young, comisaria de la exposición y conservadora del ICP, el centro creado por Cornell Capa para velar por el legado de su hermano, establecía ayer la línea roja de qué es aceptable en estos momentos desde el organismo: que la secuencia no se produjo ni en el lugar ni en el momento que se creyó durante mucho tiempo, pero que esto no implica que se pueda sacar ninguna conclusión más. «No hay fuentes fiables, no tenemos los negativos completos y por lo tanto no se puede establecer la secuencia de los hechos, así que es muy difícil saber qué sucedió. ¿Quién puede saber de dónde vino una bala?», se preguntaba ayer Young.
Dejar lo que sucedió convenientemente desenfocado podría cerrar el debate en tablas. O no. «Las investigaciones seguirán, y es muy excitante pensar en lo que sucederá», añadió. La nueva visita de las fotos, en todo caso, vuelve a dar la oportunidad de contemplar las 40 fotografías de la polémica secuencia, y llegar a sus conclusiones a partir de las imágenes que, miradas con un ojo atento, muestran hasta a siete milicianos caídos, cayendo o abriendo brazos y ojos en gesto de sorpresa. Desenfocados, pero no lo suficiente como para no dudar de qué estaban haciendo esa tarde de 1936.
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