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¿Leer o interactuar?

ERNESTFolch

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En plena implosión del sector editorial, las noticias se suceden frenéticamente. Les recomiendo que se sienten tranquilamente delante de un ordenador y miren qué está pasando con el libro digital en Estados Unidos, el lugar donde pasa absolutamente todo. Hay tantas batallas al mismo tiempo que es difícil explicarlas, pero no se preocupen, que pronto vendrán los historiadores. Y no es preciso ser un genio para predecir que lo que pasa allí acabará pasando aquí. Y caray cuantas cosas pasan: en el país del precio libre, los editores están imponiendo el precio fijo y provocan la subida de precios de las descargas, Amazon recibe la estocada del iPad y reduce un 30% el precio de los aparatos o la principal editora de novela romántica, Harlequin, lanza una editorial exclusivamente digital con tienda incorporada, con precios por debajo de los 7 dólares y sin proteger sus archivos.

Entre todas las noticias, hay una muy curiosa: la descarga más popular para el iPad en su primer mes es un libro: un clásico de siempre como laAliciadeLewis Carroll,¡con más de un millón de descargas! EstaAliciaes una adaptación electrónica, que contiene íntegro el texto original pero introduce cientos de juegos e interacciones en cada ilustración. Cuando el niño lee descubre con el dedo que un conejo ríe, que las plantas se mueven, que puede jugar con los dibujos a medida que avanza la historia. La relación con el texto pasa a ser física, y ya se han alzado las primeras voces diciendo que eso no es un acto de lectura estricta y que estos mecanismos móviles distraen al niño y le desconcentran. Para mí hay aún un segundo debate: si el texto continuo, tal como lo entendíamos hasta ahora, ya no es el centro de la historia, ya no estamos ante un libro sino de una aplicación. Estrictamente estamos más cerca delsoftwareque de la literatura. Ya no se edita sino que se programa. Y ya no solo se lee sino que se interactúa.

Parece que ha llegado uno de aquellos momentos anunciados desde hace décadas. El libro no muere pero se transforma para siempre. Mientras decidimos si es bueno o malo, en EEUU ya han empezado a transformar los libros ilustrados o las guías de viaje en aplicaciones. Y quién no corra, nunca mejor dicho, volará.