ALOCADO ESPECTÁCULO EN EL TEATRO VICTORIA
Aquellos felices gamberros
Nadie sabe definirlos con exactitud, ponerles una etiqueta. Ni ellos mismos, casi. Dicen que son payasos, acróbatas, magos, actores, músicos y «tíos buenos» a la vez. Herederos de los espectáculos de variedades de hace un siglo, pero también bisnietos de los tipos raros que se presentaban en las ferias, de estafadores con pócimas mágicas hasta enanos víctimas del morbo y de las risas. Para situarlos, se les ha comparado con lo mejor de cada casa: desde Laurel y Hardy hasta Monty Python, desde una película de Tarantino hasta, para acercarlos a Catalunya, una mezcla del Tricicle y La Cubana en un show mudo y con 10 vestuarios diferentes.
«Imagínense una olla grande donde ponen a todos estos ingredientes y el resultado es un espectáculo de alto voltaje con toneladas de risa», dicen ellos de sí mismos. Ellos son los holandeses Ashton Brothers y, además de gamberros, no son muy modestos. No les queda más remedio que hacer ese autobombo en una ciudad, Barcelona, donde nadie les conoce. Pero están seguros de sí mismos, porque hasta ahora ahí donde van, triunfan. Como pasó en el festival de teatro de El Ejido (Almería) el año pasado, donde con una sola función lograron ganarse cuatro semanas seguidas en el teatro Victoria, hasta el 25 de julio. «En cada país, el público es diferente. En realidad, cada noche, en cualquier ciudad es diferente. Pero creemos que el humor sin lenguaje es universal».
Los Ashton Brothers, cuatro amigos treintañeros que se conocieron en la escuela de teatro son desde hace años un fenómeno en su país. Tras su segundo espectáculo, Ballyhoo!, un crítico de un diario holandés escribió: «Tenemos que lamentar que son tan buenos que ya se han hecho demasiado grandes para Holanda. Los veremos poco, porque su destino es el extranjero».
Una lucha absurda
Fue premonitorio: ya han actuado desde Toronto hasta Budapest, aunque recuerdan con ternura un modesto debut en Barcelona hace nueve años, cuando en la Barceloneta se montó el teatro rodante del Boulevard of Broken Dreams. Se han hecho grandes, desde entonces. Ahora traen a Barcelona Charlatans, en el que nada es lo que parece. Son 25 sketches vertiginosos –a veces literalmente, con «la única acrobacia en el mundo en silla de ruedas»– sin una historia cronológica, pero un delgado hilo conductor que refleja, en cada número, «la lucha de una persona para salir de una situación incómoda». Una lucha violenta, a veces, pero también tierna, poética, absurda, irónica o desternillante.
Muchos adjetivos para cuatro tipos alegres –Pepijn, Joost, Pim y Olaf– que no dicen temer su estreno, esta noche, en el Paral·lel. «Cuando empezamos, actuamos ante 25 personas. Nos gusta conquistar el público que no nos conoce. Y si fallamos, es culpa nuestra, no del público». Un público, dicen, «de 8 a 88 años» que alucinará con un pez que salta 7,5 metros.
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