CRÓNICA DESDE BERLÍN

El triunfo del doble discurso

Merkel proclama habitualmente que a Alemania le conviene estar en una UE en la que los vecinos europeos crezcan El tópico sobre una Europa del sur subsidiada cala en los alemanes

Merkel, durante sus vacaciones en una pequeña isla en Italia, ayer.

Merkel, durante sus vacaciones en una pequeña isla en Italia, ayer.

J. M. FRAU
BERLÍN

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Angela Merkel no es el poderoso dios Zeus de la mitología griega que, disfrazado de toro blanco, engatusó a la bella Europa para raptarla. Sin embargo, la  poderosa cancillera no desperdicia ninguna ocasión para cantar las excelencias de la UE y la necesidad de mantener a todos sus miembros en su seno. Frases como «Europa es nuestro futuro», o «A Alemania solo le puede ir bien si a nuestros vecinos europeos les va bien», forman parte del catálogo habitual de las declaraciones de la jefa del Gobierno alemán.

Cuando la permanencia  de Grecia en la zona euro era puesta en duda, en los meses más complicados de la crisis, ella salía en su defensa y afirmaba contundente: «Grecia debe permanecer en la zona euro». Aunque esto no le impidió, durante la campaña electoral previa a las elecciones del pasado septiembre, introducir un cambio de matiz sobre el país heleno y asegurar que «Grecia no tendría que haber ingresado nunca en la zona euro». De paso aprovechaba para culpar de ello a su antecesor en el cargo, el socialdemócrata (SPD) Gerhard Schröder, aunque no le hacía falta: su ventaja en las encuestas era insalvable para el candidato del SPD, Peer Steinbrück.

El ministro de Finanzas y mano derecha de Merkel, Wolfgang Schäuble, lanza también encendidas proclamas a favor de la UE, cuando cree que la ocasión lo exige: «Nadie se beneficia más de Europa que los alemanes, tanto económica como políticamente», afirmó para pedir que el Bundestag (Cámara baja) apoyara el paquete de ayuda a Grecia acordado por el Eurogrupo. Aquel mismo día una cadena de televisión emitió una encuesta según la cual el 96% de los alemanes se declaraba contrario a «dar más dinero a Grecia».

Alemania es el país más habitado de la Unión. Sus cerca de 82 millones de habitantes le dan derecho a elegir, el próximo 25 de mayo, a 99 eurodiputados. Es, con diferencia, el país con más representación, seguido a distancia por Francia, que elige a 74. Es también el país que más contribuye económicamente y esta circunstancia es aprovechada por determinados medios de comunicación, que pretenden difundir la tópica imagen de unos países del sur de Europa vagos, que viven a costa de los emprendedores del norte.

A principio de este año irrumpió con fuerza un discurso que iba claramente en contra de la libertad de movimiento de los ciudadanos de la UE. Quien lo puso en circulación fue Horst Seehofer, presidente del land de Baviera, uno de los más prósperos del país. Seehofer es también el presidente de la Unión Social Cristiana (CSU), el partido hermano de la CDU de Merkel.

Aprovechó que el 1 de enero se levantaban las restricciones a la libre circulación de los ciudadanos de Bulgaria y Rumanía para asegurar que la mayoría de personas de estos dos países vendrían a Alemania, no a buscar trabajo, sino a beneficiarse del todavía generoso sistema de protección social del país, y su partido ideó un eslogan: «Quien engañe debe irse».

La Agencia Federal de Empleo difundió estadísticas que desmontaban el discurso demagógico de Seehofer, pero el daño ya estaba hecho. Además, en marzo, el Gobierno aprobó un paquete de medidas que ponían límite a la libre circulación de ciudadanos que, días después, recibió el apoyo de Bruselas.

Con esta medida, el Gobierno frena la ascensión del partido euroescéptico Alternativa por Alemania (AfD), a quien las encuestas otorgan entre un 6 y un 8% de votos. En el borrador de su programa se lee: «Los ciudadanos de otros estados de la UE que no puedan garantizarse una vida digna en Alemania debido a su falta de ingresos, deben regresar a su país».