UNA historia de Ciutat VElla... el Palau Moja
El palacio de los marqueses de la Rambla
El Palau Moja, residencia de nobles, acoge la Dirección de Arxius, Biblioteques i Museus
Un edificio neoclásico del cruce de la Rambla con Portaferrissa esconde el encanto de una residencia de otros tiempos. Su construcción empezó en 1774 por voluntad de la marquesa de Moja, María Lluïsa Descatllar. «El arquitecto Josep Mas Dordal lo diseñó inspirándose en las tendencias estéticas francesas, un caso único en una época en que la Rambla todavía era un arroyo no urbanizado», explicaJoan Rosàs Reverté, jefe de la Secció de Museus i Protecció de Béns Mobles de la Generalitat.
Cuando a mediados del siglo XIX la heredera de la familia Moja murió sin tener hijos, el palacio, de 1.000 metros cuadrados de planta y cuatro pisos de altura, se vendió al comerciante de esclavos y naviero Antonio López y López, primer marqués de Comillas y dueño de la compañía naval Transatlántica, cuyas maquetas todavía se conservan en el palacio.
Gracias al marqués de Comillas, la escalera principal del palacio fue revestida de mármol y se trajo una lámpara de bronce fundido desde París para iluminarla. «Para aquella época, el conjunto de la escalera era algo único e innovador», sigue Rosàs. Las paredes fueron decoradas con símbolos del mar y de los vientos, pilares de la suerte del marqués.
En cambio, las pinturas de Francesc Pla, el Vigatà, en el salón grande, no se pudieron modificar. Cuentan la historia de los Cartellà, familia de origen de Maria Lluïsa Descatllar. «Según el acto de venta del Palau, al tocar las decoraciones, el marqués de Comillas habría perdido todos los derechos sobre el edificio», explica Rosàs. Al lado del salón se puede admirar la capilla de Jacinto Verdaguer, protegido del marqués de Comillas y capellán de la familia.
Centro cultural catalán
El Palau Moja hoy alberga las oficinas de la Direcció General d'Arxius, Biblioteques, Museus i Patrimoni, después de la adquisición, en 1982, por el Departament de Cultura por 100 millones de pesetas.
En los próximos meses, las puertas del Palau Moja se abrirán aún más a la cultura catalana, con una oferta de productos gastronómicos y enológicos, contenidos audiovisuales e interactivos y actividades para los visitantes.
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