CIUTAT VELLA

La botica de la ciudad

La sede de la Reial Acadèmia de Farmàcia, fundada en 1956, ocupa el antiguo Hospital de la Santa Creu, que da nombre a la calle

Auditorio de la Reial Acadèmia de Farmàcia, en la calle del Hospital.

Auditorio de la Reial Acadèmia de Farmàcia, en la calle del Hospital.

ANNALISA PALUMBO / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

En el claustro del antiguo Hospital de la Santa Creu (Hospital, 56), una puerta de madera esconde la sede de la Reial Acadèmia de Farmàcia de Catalunya. El espacio acoge una sala de actos con techo gótico, la biblioteca y el estudio del Farmacéutico Mayor. Sin embargo, aquellos pasillos de piedra estuvieron llenos de olores de hierbas para confeccionar medicinas y abastecer al hospital.

"El Hospital de la Santa Creu es una de las instituciones hospitalarias más antiguas del mundo. Sus orígenes se remontan al siglo X, cuando servía de hospital y asilo para peregrinos", explica el historiador de medicina y ciencia Jon Arrizabalaga. "En 600 años de actividad, desde finales del siglo XIV hasta 1929, contó casi siempre con una farmacia en su interior", añade.

"La botica abrió formalmente en 1417 y el primer boticario fue Guillem Sabet, que se encargaba de la preparación de medicamentos dentro del mismo hospital", comenta Jaime Casas, académico numerario de la Reial Acadèmia. El boticario amplió sus competencias y empezó a acompañar a los médicos en sus rondas con una libreta en la que apuntaba los distintos remedios que tendría que preparar.

Con el tiempo, el personal de la farmacia creció: aprendicesmozos y hasta medicinayres, que se encargaban de la parte administrativa. "En 1852 se estableció que la farmacia tenía que ser dirigida por un farmacéutico graduado y dos practicantes con estudios universitarios de farmacia, además de tres o cuatro monjas", sigue Casas.

En el edificio se conservaba un fondo importante de libros, como el Conciliator, de Pere d'Albano, uno de los primeros herbarios impresos. "Aunque ya no conservamos los volúmenes, tenemos los potes -sonríe Casas- y algunos son del siglo XVI". Se refiere a la impresionante colección de 62 potes de apotecarios conservados en el que fue el despacho del Farmacéutico Mayor, decorados con imágenes de plantas y animales y a las 44 cajas de madera del siglo XVIII que servían para almacenar hierbas. En una esquina aún existen los compartimentos bordados en oro donde los médicos del siglo XIX dejaban las recetas para el farmacéutico.

Como en Madrid

A principio del siglo XX, el hospital cerró y su actividad se trasladó al Hospital de la Santa Creu i Sant Pau. "Durante la guerra civil, una parte de la farmacia del hospital se utilizó como caballería -sigue Casas-, hasta que el ayuntamiento lo cedió a la Reial Acadèmia".

La Reial Acadèmia de Farmàcia de Barcelona, desde 1992 de Catalunya, nació en 1956, cuando miembros barceloneses de la Real Academia de Farmacia de Madrid decidieron crear una propia para promover esta profesión en el ámbito de las cuatro provincias catalanas y Palma de Mallorca. Por ello, sus cinco escudos decoran el ventanal renacentista del despacho del Farmacéutico Mayor, donde el boticario despachaba medicamentos.