CIUTAT VELLA
El comedor de los sijs
La única 'gurdwara', en la calle del Hospital, 97, ofrece más de 700 comidas diarias gratuitas
Una masa dulce a base de harina de trigo, azúcar, mantequilla y agua es el primer ofrecimiento que cualquier persona recibe cuando entra en una gurdwara. "No es una comida, sino una bendición de nuestro gurú", explica Gagandeep Singh, mediador intercultural y portavoz de la comunidad en Catalunya.
En Barcelona, solo existe una gurdwara para los 3.000 sijs que viven en la ciudad y está situada en la calle del Hospital, 97, en el corazón del Raval. Además de ser un lugar de culto para los sijs, procedentes en su mayoría de la India, el templo ejerce una importante labor social. "Aquí vienen a comer a diario más de 700 personas, el 70% de las cuales no son sijs", destaca Singh, que significa león y es el apellido común para los hombres sij.
Arroz, pan indio, lentejas y verduras son algunos de los platos gratuitos que los voluntarios preparan para comer y cenar en el templo. Todos deliciosos. Eso sí, vegetarianos, ya que los sijs no comen carne.
El amplio despliegue que a diario tiene lugar en la gurdwara es fruto del espíritu colaborativo y trabajador de los sijs. "Somos autosuficientes. No queremos ayuda de la Administración", afirma el mediador. "Para nosotros es un orgullo tener un comedor y, si mañana viniera el doble de gente, sería maravilloso", asegura.
Para Singh, la meditación, el trabajo y compartir son los tres pilares del sijismo. Gagandeep lamenta que le confundan con un musulmán talibán por su larga barba y su colorido turbante. Defiende que no se ha cortado nunca el pelo por respeto a la naturaleza, pero insiste en que dejárselo largo no es obligado.
ENSEÑAR CATALÁN
La larga melena de Jasmeen Kaur, cuyo apellido significa princesa y es común a las mujeres sijs, es motivo de burlas entre algunos compañeros de su colegio. "A veces me preguntan por qué no me lo corto y no sé qué explicarles", revela la menor, de 9 años. Aun así, Jasmeen se divierte en la escuela, donde tiene muchas amigas. Su padre, Ranjeet, y su madre, Sukhpal, que regentan varios supermercados, se sienten muy cómodos aquí. "Antes de conocernos suele haber prejuicios, pero luego nos respetan", explica Sukhpal, que además de Jasmeen, tiene dos hijas.
Para Singh, lo más bonito de su religión es que iguala a las personas. "Rechazamos el sistema de castas. En el templo un sij millonario lava platos como el resto", relata en un buen catalán. "Con el catalán te ganas el respeto y la admiración de los demás", concluye Singh, que acaba de publicar Els de cinc rius a Catalunya, libro donde explica a su comunidad cómo aprender este idioma.
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