LA POLÉMICA GESTIÓN DEL TURISMO

Adiós al crucerista

Antes del cambio 8Un autocar, en la parada de Berenguer el Gran.

Antes del cambio 8Un autocar, en la parada de Berenguer el Gran.

LUIS BENAVIDES
BARCELONA

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Una señal situada frente a la escultura ecuestre de Ramon Berenguer el Gran, en la plaza de mismo nombre, indica a los conductores de los autobuses que tienen 10 minutos para cargar y descargar pasajeros, en su mayoría cruceristas. Los guías apremian a los turistas de turno, que responden bajando con diligencia, ávidos de historia, arte y gastronomía.

Esta escena se repite cada día, pero por poco tiempo ya. La plaza dedicada al noble medieval sufrirá a partir del 4 de noviembre una reforma integral y el ayuntamiento solo permitirá a los conductores de autocares estacionar en el perímetro de Ciutat Vella, en las plazas de Catalunya (dos vehículos) y Drassanes (tres), y los paseos de Lluís Companys (dos) y Colom (siete). Los comerciantes del entorno de la catedral temen que ahora recalen en su zona menos cruceristas y caigan sus ventas.

Más peatonal

La nueva plaza de Ramon Berenguer el Gran suprimirá las vallas, escalones y foso actuales para quedar al mismo nivel que la Via Laietana, con un pavimento de losas de piedra. Nuevo arbolado, nueva iluminación y nuevos parterres darán otros aires a la plaza, mucho más amable para los peatones.

Las obras en la plaza y la anulación de su parada de autocares son solo una parte del conjunto de intervenciones previstas en la Via Laietana durante el próximo año, con un presupuesto total de 1,6 millones, para «mejorar el paso de los peatones y favorecer el flujo ciudadano» entre los barrios del casco antiguo.

Para la concejala de Ciutat Vella, Mercè Homs, es urgente «disminuir la presión turística y redistribuir la circulación» en esta importante arteria, por momentos congestionada.

Para Barnacentre, la entidad que aglutina a las asociaciones de comerciantes del barrio Gòtic, el proyecto del consistorio torpedea el comercio de proximidad de la zona. «La congestión existe, pero perderemos un turismo cultural y diurno, que no tiene porqué afectar al descanso de los vecinos», subraya su presidente, Xavier Cottet.

Desde la perspectiva de los comerciantes, anular la parada no es la solución. Javier Martínez, presidente de la Associació de Comerciants Avinguda Catedral, considera que las aglomeraciones de autocares en Ramon Berenguer el Gran son esporádicas y fruto de «un mal uso de la zonas de estacionamiento» que se podría controlar mejor.

«Esto puede ser nuestra sentencia de muerte», asegura Juan Martí, propietario de la tienda de regalos L'Almoïna (Tapineria, 8). «Si los autocares de los cruceros no pueden parar en el barrio Gòtic, matarán el comercio de la zona. Si les dejan por el perímetro del distrito y tienen una hora para dar una vuelta, difícilmente se acercarán hasta la zona de la catedral», lamenta.

Los otros grandes perjudicados, turistas al margen, son los operadores turísticos. Para Toni Serrat, presidente de Audica (Asociación Empresarial de Transporte Discrecional de Catalunya), el Ayuntamiento de Barcelona está poniendo trabas a los autocares turísticos mientras siguen circulando sin restricción el resto de vehículos motorizados y los buses turísticos de Transports de Barcelona.

Agravio comparativo

«Esto supone un agravio comparativo claro y ocasionará importantes pérdidas al sector del transporte de capital privado», explica el presidente de Audica. Experimentos similares en la Sagrada Família, continúa Serrat, no funcionaron. «Se alejaron los autocares turísticos del templo, las aglomeraciones continuaron y los comercios se resintieron», recuerda. H