EL ADN DE LA SEMANA

Superluna

Nuestro satélite es un objeto fascinante formado a partir de material terrestre

Las nubes en el cielo de Barcelona no han permitido ver la superluna en su plenitud.

Las nubes en el cielo de Barcelona no han permitido ver la superluna en su plenitud. / periodico

PERE PUIGDOMÈNECH

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Hace unos días se pudo observar la Luna con un diámetro y luminosidad aparentes mayores que la media habitual. Ha sido llamada Superluna, aunque nada ha cambiado en nuestro satélite. A los que vivimos en ciudades quizá nos va bien que nos recuerden que el cielo está lleno de objetos fascinantes. Y la Luna es uno de los más prominentes.

La observación de la que hemos disfrutado se debió a que había Luna llena en el momento en que se encontraba en el perigeo, el punto más cercano a la Tierra. En los lugares donde no hubo nubes, la visión de la Luna saliendo del horizonte con un color amarillento hasta elevarse brillante y alumbrando el paisaje fue de una gran belleza y nos recordó las relaciones muy especiales que tenemos con el satélite. Los primeros humanos que pusieron un pie fuera de la Tierra lo hicieron en 1969 en su superficie y cuando volvieron trajeron diversas muestras. Los análisis demostraron que la composición de la Luna es muy parecida a la de la Tierra. Para ello se han propuesto teorías según las cuales la Luna se formó tras una colisión de un gran objeto contra la Tierra primitiva que expulsó materiales que se acabaron condensando. Desde muchos puntos de vista, la Luna es parte de nuestro planeta.

En nuestra historia, la Luna es una protagonista frecuente sobre todo en relación con los ciclos que, aunque lo olvidemos en nuestras ciudades, parecen gobernar nuestra vida. Su ciclo de 29 o 30 días marca muchos calendarios como el islámico o el chino, y el calendario gregoriano que usamos nosotros es una mezcla de calendario solar para el año y calendario lunar para los meses. La Luna marca las mareas e incluso su ciclo se aproxima al ciclo menstrual femenino. En las noches de Luna llena, como ha ocurrido estos días, nos ilumina y nos hace dirigir la vista hacia el cielo. De todas formas, las mejores noches para mirar al cielo son aquellas en que no hay Luna. Entonces el espectáculo, lejos de ciudades, con el universo de estrellas y planetas, ¡es realmente esplendente!