MISIÓN ESPACIAL EUROPEA

'Philae' cayó en un área sombría que impide recargar las baterías

Imagen captada por el módulo 'Philae' en su emplazamiento definitivo en el cometa. A la izquierda puede observarse una de sus tres patas, que no quedó bien anclada al suelo.

Imagen captada por el módulo 'Philae' en su emplazamiento definitivo en el cometa. A la izquierda puede observarse una de sus tres patas, que no quedó bien anclada al suelo.

ANTONIO MADRIDEJOS / BARCELONA

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El módulo espacial Philae acabó en un sombrío y polvoriento acantilado rodeado de grandes rocas, un paraje muy poco acogedor situado lejos del emplazamiento previsto, después de su accidentado aterrizaje en el núcleo del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko. Los responsables de la misión en la Agencia Espacial Europea (ESA) admitieron ayer que no saben dónde se encuentra exactamente y temen que, en caso de haber sobrevivido a la maniobra sin grandes desperfectos, como todo parece indicar, la falta de luz y el lugar escarpado reduzcan su capacidad para suministrar información. Como mínimo, y en previsión de épocas peores, ayer envió datos variados y algunas fotos de interés.

Tras analizar los datos de telemetría enviados por Philae, los responsables de la misión Rosetta pudieron reconstruir el inesperado percance. «Ya tenemos una idea de cómo aterrizamos, aunque aún no sabemos dónde», dijo el principal responsable científico de Philae, Stephan Ulamec. Lo que sucedió fue que el módulo descendió sin contratiempos durante siete horas, pero al tocar tierra le fallaron los arpones que debían anclarlo al suelo y salió rebotado como si fuera una pelota; a continuación, el impulso lo llevó hasta una altura de un kilómetro, cayó de nuevo y volvió a salir disparado, aunque el segundo rebote ya fue menor.

«Podríamos decir que Philae se posó tres veces», añadió Jean-Pierre Bibring, responsable del equipo de aterrizaje. Los técnicos atribuyeron el rebote a la dureza del terreno, aunque siguen sin saber por qué no se activaron los arpones y se podrán activar.

Los movimientos fueron extremadamente lentos, de tal manera que entre el primer y el segundo rebote pasaron una hora y 50 minutos, periodo durante el cual el módulo se desplazó flotando a una velocidad de 38 metros por minuto. El segundo salto fue más breve: siete minutos. Al posarse finalmente se activó el segundo sistema de anclaje, unos tornillos penetradores situados en las patas, pero la operación tampoco fue completa.

LEJOS DEL PUNTO J

De los dos rebotes se deduce que Philae puede encontrarse ahora a un kilómetro del llamado punto J, el lugar seleccionado originalmente debido a sus óptimas condiciones para trabajar, una notable distancia si se tiene en cuenta que el cometa mide 4,5 kilómetros en su lado más largo. El principal problema ahora es que, en su nueva ubicación, los paneles solares solo reciben una hora y media de luz solar, en lugar de las seis o siete necesarias para la correcta recarga de las baterías. «Philae funciona ahora bien y lleva una pila que le durará de 50 a 55 horas, pero luego no sabemos cómo rendirá», dijo ayer a mediodía Philippe Gaudon, uno de los responsables principales de la misión Rosetta. «Quizá podríamos intentar reorientar los paneles, puesto que no parecen dañados», avanzó Bribing.

Al iniciarse la misión estaba previsto que Philae pudiera funcionar hasta marzo. Sin embargo, con la nueva situación entrará posiblemente en un periodo de hibernación y, siendo optimistas, podría resucitar «en unos meses», según dijo Ulamec, cuando el cometa vaya aproximándose al Sol y cambie la orientación de la radiación.

UNA PATA EN EL AIRE

Por si fuera poco, parece que una de las tres patas no se ancló al terreno y amenaza la estabilidad del módulo. Philae podría emplear su tren de aterrizaje para autopropulsarse y caer en un lugar más acogedor, pero el riesgo puede ser superior a los potenciales beneficios, dijeron los científicos de la misión. No se descarta que pudiera perder el contacto con el cometa.

PROHIBIDO TALADRAR

Por ahora, Philae no podrá emplear su taladro para extraer y analizar muestras del subsuelo, que era uno de los platos fuertes de la misión. «No está previsto de momento hacer agujeros», sintetizó Ulamec. Es peligroso porque, al margen de gastar energía, ahora tan preciada, se corre el riesgo de desequilibrarlo.

Debido a la escasísima gravedad ejercida por el cometa, los 100 kilos que Philae pesaría en la Tierra se han convertido en solo un gramo. Se necesitaría «la tensión de los arpones» para poder acometer la maniobra y que el módulo no saliera volando. «Nuestra prioridad es seguir haciendo análisis sin tocar nada», añadió Philippe Gaudon.

Pese a su posición actual, parece que Philae sigue operativo y ocho de sus 10 instrumentos científicos se han activado correctamente. Ayer, según explicó la ESA sin dar más detalles, inició sus análisis para conocer el posible magnetismo del cometa y sus propiedades químicas. También suministró nuevas fotos de la maniobra de aterrizaje y de su emplazamiento final. «Donde estamos no es exactamente don querríamos estar, pero no estamos demasiado lejos -concluyó esperanzado Bibring-. No pongamos el énfasis en los problemas sino en el lugar fantástico en que nos encontramos».