LA EXPERIENCIA

Pasillos vacíos

Instrumental 8 Un laboratorio del Instituto de Química Avanzada de Catalunya, un centro del CSIC en Barcelona.

Instrumental 8 Un laboratorio del Instituto de Química Avanzada de Catalunya, un centro del CSIC en Barcelona.

ANTONIO MADRIDEJOS / Barcelona

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Por los pasillos del Instituto de Química Avanzada de Catalunya (IQAC), uno de los centros punteros del CSIC en Barcelona y que junto al IDAEA forma el segundo centro en el ranking español de captación de fondos externos, ya no se observa el mismo trasiego de cinco años atrás: el personal más joven y más precario laboralmente, que siempre aporta calor y color al funcionamiento de los centros, se ha reducido drásticamente.

«Este año habremos perdido a unas 20 personas, la mayoría jóvenes, sobre una plantilla que no llega a 200», explica Ramon Eritja, director del IQAC y especialista en ácidos nucleicos. Las promesas, las nuevas generaciones de científicos, son las grandes víctimas de los recortes. «Es un impacto doloroso -dice- que, a no ser cambie la situación de inmediato, nos va a pasar factura en un futuro cercano».

 

El profesor lamenta especialmente la situación de la generación de doctores que ahora tienen entre 30 y 40 años. «Se les han cerrado todas las posibilidades para estabilizarse en España -prosigue-. Por una parte están los que se fueron al extranjero y no pueden volver. Pero más dramático aún es el panorama de aquellos que volvieron porque se les convenció de que lo hacían en condiciones buenas y ahora no tienen continuidad». Son, por ejemplo, buena parte de los que ganaron una plaza con los programas ministeriales Ramón y Cajal y Miguel Servet.

«Vamos a perder irreversiblemente una promoción de jóvenes superformados». Los que no lograron estabilizarse en los momentos de crecimiento, hasta el 2007, «malviven con diferentes opciones, pero todas temporales, y ahora se plantean o volver fuera o dejar la ciencia». Eritja recuerda que desde hace dos o tres años apenas salen plazas en el CSIC.

El IQAC ha soportado la crisis mejor que otros centros porque en el periodo 2004-2009 se hizo una gran inversión en investigación. «Eso pasó en muchos centros en Catalunya. La Generalitat dio un gran impulso a la investigación biomédica. Hubo buenas iniciativas y floreció la idea de que aquí se podía hacer una investigación tan buena como afuera, con fichajes excelentes como los del programa ICREA».

El otro problema que afecta al IQAC es el envejecimiento. Como otros centros del CSIC, buena parte del personal se incorporó en los momentos de boom tras el franquismo. Cuatro décadas después, a esa generación «que cambió el panorama porque antes no había nada», como la define Eritja, le ha llegado el momento de jubilarse. «Ahora nos encontramos con que no tenemos sustitutos. Cerca de la mitad de los investigadores del IQAC se jubilarán en los próximos 10 años y no habrá nuevas plazas. No sabemos qué pasará luego».

Doctorandos

El último drama afecta a los más precarios. Como la convocatoria de los planes nacionales de investigación se ha retrasado casi un año, no ha habido dinero suficiente para consolidar los proyectos. El Estado mantiene el edificio y un tercio de los sueldos de los científicos fijos en plantilla, pero todo lo demás, como los reactivos de los experimentos, la instrumentación para investigar y el dinero para pagar a los doctorandos y al personal no fijo, se obtiene de convocatorias competitivas de ese tipo. «Estamos en un año de ayuno. No vamos a ver el dinero hasta octubre, en el mejor caso, y eso nos impide mantener el ritmo de trabajo y los empleos -dice Eritja-. Menos mal que logramos un 20% de Europa y otro 20% de colaboraciones con la industria».

En estas situaciones, concluye el director, «has de reorientar tu investigación». «La ciencia es como una bicicleta. No puedes perder el ritmo. Si un día no tienes dinero para algo, si paras, es difícil volver a comenzar. Este es el problema que pronto notaremos», sentencia.