DEL AULA A LOS CIRCUITOS

Un monoplaza eléctrico creado por estudiantes de la UPC corre en Australia

El diseño y la construcción son enteramente universitarios

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ANTONIO MADRIDEJOS / BARCELONA

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El ecoRZ 2016, versión mejorada de un modelo anterior, es un pequeño monoplaza de propulsión eléctrica con baterías que acelera de 0 a 100 kilómetros por hora en 2,6 segundos y logra una velocidad punta de 135 km/h, además de ser muy eficiente y aportar interesantes soluciones ecológicas. Poca broma. Entre otros aspectos, destaca por su diseño, con un centro de gravedad muy bajo y un peso de solo 208 kilos, una carrocería de plástico reciclable, un chasis de acero y unos amortiguadores y unas llantas híbridas de fibra de carbono y aluminio.

Lo más sorprendente, no obstante, se esconde en un taller del campus de Terrassa de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC). Allí, durante los últimos tres años, un puñado de inquietos estudiantes ha consagrado sus ratos de ocio a diseñarlo, fabricarlo y montarlo: un coche 100% universitario.

Los estudiantes, alumnos de la Escuela Técnica Superior de Ingenierías Industrial y Aeroespacial de la UPC, participan estos días en la Fórmula SAE Australasia, una competición para vehículos surgidos del ámbito académico que se celebra en Melbourne (Australia). El ecoRZ, el único monoplaza europeo que ha logrado la clasificación para la prueba, tendrá delante a competidores de China, Japón, Australia y Nueva Zelanda, entre otros países. Hay varias modalidades de carrera, incluyendo una de velocidad y otra de resistencia, y la única limitación es que no se puede extraer de la batería más de 80 kilovatios.

RELEVO EN EL EQUIPO

El equipo de la UPC, llamado EcoRacing, surgió en el año 2008, aunque sus miembros han ido cambiando a medida que entraban nuevos alumnos y otros dejaban la universidad. Suelen durar 3 o 4 años. Con anterioridad, el equipo ya diseñó un coche solar y otro híbrido. “Además de gustarnos mucho la automoción, los que estamos en esto queremos ampliar nuestros conocimientos de manera práctica”, explica Guillem Penalva, el coordinador del equipo. Lo hacen en sus horas libres y de manera independiente a la universidad, aunque sí han recibido asesoramiento de los profesores, además de una ayuda económica y una sala donde construir sus vehículos. El diseño del coche eléctrico empezó en el 2013. “No sabemos todavía qué haremos con posterioridad”.

Las piezas que no están a su alcance, como el motor, se tienen que comprar, pero el diseño es enteramente universitario, insisten sus creadores. Por ejemplo, la batería está compuesta por celdas que se compran individualmente pero que hay que montar. "Nosotros ponemos la electrónica para controlarlas", dice Penalva, quien estima que su vehículo podría soportar unos 100 kilómetros sin recargar "en un ciclo de conducción pausada". 

DE LA ELECTRÓNICA A LA CONTABILIDAD

El equipo está formado por medio centenar de miembros que funcionan como una pequeña empresa, incluidos los que se dedican a la logística, el diseño de la aerodinámica, la electrónica, la contabilidad económica o la indispensable captación de patrocinadores. Así han conseguido un presupuesto anual de 300.000 euros. Los alumnos llevan desde febrero preparando esta competición, pero a Australia solo han podido viajar 11 (el coche se ha enviado en barco).

Una vez finalizada la temporada 2015-2016, después de participar en las tres competiciones más importantes del panorama europeo, disputadas en los circuitos de Silverstone (Reino Unido), Hockenheim (Alemania) y Montmeló, el ecoRZ entró en el top10 mundial de monoplazas eléctricos. "En Australia esperamos un buen resultado. Creo que tenemos posibilidades, pero no se debe olvidar que es un coche hecho por estudiantes y puede fallar", dice Penalva. Eso, sin embargo, es lo de menos: "El objetivo final es aprender”, concluye.