Minsky: "Replicar la inteligencia humana está a nuestro alcance"

El viejo sueño de construir un ordenador que razone como las personas no está tan lejano. Marvin Minsky (Nueva York, 1927), el padre de la inteligencia artificial, advirtió ayer de que si no se ha conseguido alcanzar aún es por falta de recursos económicos. Criticó que ahora las investigaciones estén solamente centradas en aplicaciones concretas y animó a los gobiernos a «pensar más a largo plazo» e invertir en algo que sería una nueva y auténtica revolución, porque «los ordenadores nos ayudarían a resolver los problemas cada vez más difíciles que nuestras sociedades habrán de afrontar».

Minsky lleva dos días en Madrid y, pese a sus 87 años, ha participado en ruedas de prensa y dos diálogos con los restantes nueve ganadores del Premio Fronteras del Conocimiento, una especie de tertulia de sabios. Su intervención en esta empezó recordando cómo la Marina norteamericana inundaba con ríos de dinero los proyectos de investigación sobre la inteligencia artificial de modo que «se producía un descubrimiento tras otro».

INTELIGENCIA ECONÓMICA / Desde la década de los 80, sin embargo, «se ha perdido el interés». «No he visto nada que me sorprenda en este campo, se financian proyectos a seis meses vista, sin visión a largo plazo», lamentó, para lanzar un irónico diagnóstico: «Lo que falta es inteligencia económica».

A Minsky no le da miedo que estas máquinas tan inteligentes como el ser humano puedan rebelarse. «En cualquier sistema nuevo hay cosas impredecibles, por eso hay que diseñar proyectos con riesgos asumibles y con cambios reversibles», relativizó. «Y si tienen más preguntas, pregunten a los políticos, a ver si tienen suerte y les responden», terminó.

Durante el acto de entrega de los premios, el presidente de la Fundación BBVA, Francisco González, destacó «la paradoja de que el público valore y confíe en la ciencia pero a la vez sean muy pocos los científicos conocidos por la población, en marcado contraste con lo que ocurre con personas dedicadas a actividades mucho menos centrales para el bienestar».