CELEBRACIÓN CIENTÍFICA

Instituto Jaume Almera: 50 años auscultando la Tierra

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ANTONIO MADRIDEJOS / BARCELONA

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En 1965, bajo el impulso y la dirección de Lluís Solé Sabarís (1908-1985), eminente geólogo y geógrafo, se fundó en Barcelona un pequeño instituto dedicado a la geología que al principio ni tuvo sede propia, sino solo unos despachos compartidos en la Universitat de Barcelona (UB), pero que medio siglo después se ha convertido en un referente en España en geofísica, vulcanismo, sismología, erosión y otras disciplinas de lo que actualmente se conoce en sentido amplio como ciencias de la tierra. Ahora está celebrando el aniversario: es el Instituto Jaume Almera o ICTJA, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).  

Salvo en episodios generalmente negativos, como los seísmos vinculados al depósito Castor, las dificultades de las tuneladoras del metro de Barcelona o las erupciones de El Hierro, la geología no despierta el mismo interés popular que otras áreas del saber, pero como recuerda José Luis Fernández Turiel, el actual director del ICTJA, nuestra vida cotidiana está repleta de resultados de investigaciones geológicas, "desde los materiales que componen un teléfono móvil hasta la gasolina de los automóviles".

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Los investigadores del ICTJA, relata el director, se dedican a aspectos básicos como la estructura profunda de la Tierra, la reconstrucción de climas pasados y la datación de fósiles, pero también a áreas tan actuales como la explotación de recursos geológicos, la geotermia, el almacenamiento de carbono y los riesgos sísmico y volcánico. En definitiva, un material aparentemente tan inamovible como el suelo que pisamos, el mismo suelo que pisaron nuestros abuelos, esconde valiosos secretos.

De Madrid a Barcelona

"El instituto se fundó a partir de las seis secciones que había en Barcelona de otro centro del CSIC con sede en Madrid, el Lucas Mallada, en colaboración con algunas cátedras de geología y de farmacia de la UB”, explica Pere Anadón, veterano de la casa que ha investigado y documentado los primeros años de la entidad. La depauperada ciencia del franquismo recibió por aquel entonces un impulso que concluyó con la creación de diversos centros científicos en Barcelona. Y uno de ellos fue justamente el ICTJA. “Solé Sabarís, que era al mismo tiempo el director del Lucas Mallada en Madrid y catedrático de geomorfología de la UB, fue el gran impulsor”, reitera Anadón.

 Durante años, el instituto convivió con la universidad. En 1977, con la reestructuración del CSIC derivada de los nuevos aires democráticos, el Jaume Almera se trasladó a la calle de Egipcíaques, en el barrio del Raval, pero no fue hasta finales de 1983 cuando inauguró su sede actual, en el campus de Pedralbes de la UB, junto a la facultad de Biología, y empezó a tener personal totalmente propio. “Yo casi inauguré el edificio. Sumando auxiliares y becarios debíamos ser una 20”, recuerda Anadón. La plantilla actual está formada por un centenar de personas. “Hemos ido creciendo poco a poco y varios de nuestros grupos han sido la semilla de otros centros del CSIC más jóvenes, como el Instituto de Diagnóstico Ambiental (Idaea) y el Instituto de Ciencia de Materiales (Icmab)”, dice el investigador.

En sus primeras décadas, el ICTJA estaba más centrado en áreas de proximidad, salvo la geología marina, mientras que hoy en día hay investigadores trabajando en medio el mundo, destaca Fernández Turiel. “Tenemos gente en el Himalaya, en Nueva Zelanda, en la Antártida o en China”, dice. “Pese a que estábamos bien dotados para lo que eran los años 80, la tecnología ha mejorado mucho”, dice Anadón. Con espectrómetros o difractómetros, por ejemplo. “Más que hablar de un aparato en concreto, un aspecto clave para nuestro trabajo han sido las posibilidades que ofrece el tratamiento de datos e imágenes, así como el flujo de información que se obtiene gracias a internet. El lanzamiento del satélite Landsat 1, en 1972, fue también una revolución”, explica el director.

El director recuerda finalmente que, al margen de los sueldos, su instituto funciona con recursos obtenidos en competencia con otros centros, españoles y extranjeros, además de colaborar estrechamente con empresas de recursos energéticos como Repsol o Statoil. Ahora, como le sucede a otros muchos centros y departamentos universitarios, uno de los retos del ICTJA es acometer un recambio generacional que la crisis ha frenado, concluye Turiel. ”En pocos años tendremos un problema. Necesitamos gente joven”, advierte.