GRAPHENE FLAGSHIP

El grafeno llega a los implantes biomédicos

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ANTONIO MADRIDEJOS / BARCELONA

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El grafeno, nuevo material basado en el carbono con el que se pueden crear láminas extrafinas, va a revolucionar la tecnología biomédica gracias a la creación de implantes inteligentes, de un tamaño minúsculo, elevada sensibilidad y gran duración, que permitirán monitorizar enfermedades, estimular órganos o segregar fármacos de forma controlada, entre otras posibilidades. Esta es una de las líneas principales del Graphene Flagship, un millonario proyecto de investigación impulsado por la Unión Europea que reúne a 150 científicos de una veintena de países, según han avanzado sus responsables en un congreso especializado en Barcelona .

El paquete biomédico del Graphene Flagship abordará en un primero momento la creación de tres tipos de implantes: para el tratamiento de personas ciegas que mantienen el nervio óptico en buen estado, para monitorizar la epilepsia y para la estimulación eléctrica de áreas cerebrales en enfermedades neurológicas como el párkinson y la depresión.

La iniciativa está liderada por Kostas Kostarelos, investigador de la Universidad de Manchester (Reino Unido), y José Antonio Garrido, profesor ICREA en el Instituto Catalán de Nanociencia y Nanotecnología (ICN2). “Somos pioneros en el mundo. No hay nada parecido al esfuerzo que estamos realizando”, han destacado. Graphene Flagpship, puesto en marcha hace tres años y coordinado desde la Chalmers University of Technology (Suecia), tiene un presupuesto de 1.000 millones de euros en 10 años, incluyendo capítulos dedicados a medio ambiente, energía, sensores, electrónica flexible o espintrónica.

Para monitorizar la epilepsia, como han explicado los responsables Graphene Flagship, un sensor cerebral permitiría controlar la actividad cerebral y predecir un ataque mediante la transmisión de información a un dispositivo móvil. En el caso del implante retinal para pacientes con degeneración macular o retinitis pigmentaria, por ejemplo, el dispositivo estimularía el nervio óptico y, mediante una cámara, se trataría de que el paciente recuperara "cierto nivel de visión", ha explicado Garrido.

MEJOR QUE EL SILICIO

En el mercado ya existen algunos sensores que avanzan en esta línea, pero el investigador del ICN2 insiste en que el grafeno ofrece grandes ventajas en cuanto a flexibilidad -mucho más que el silicio-, resolución y tamaño -de hasta 10 micras, frente al actual milímetro- y estabilidad. “Los dispositivos actuales que se implantan en el cerebro -ilustra Garrido- debemos extirparlos al cabo de un tiempo porque se deterioran”. “Solo duran unos meses”, ha añadido en la misma línea Rosa Villa, investigadora del CSIC en el Instituto de Microelectrónica de Barcelona (IMB-CNM).

El grafeno es un material bidimensional -“delgado hasta el límite de la estabilidad"- que está formado por partículas de un átomo de espesor, hecho que lo hace más flexible que otros materiales conductores. Es también un producto “relativamente fácil” de fabricar. “Ya hay empresas que lo fabrican a gran escala”, ha afirmado Garrido. En cualquier caso, Garrido asume que es difícil hablar de plazos y recuerda que primero deben efectuarse pruebas de ingeniería y pasar luego a la fase de experimentación con animales.