ADIÓS A UN CIENTÍFICO SINGULAR

Genio y ermitaño en el Pirineo

Alexandre Grothendieck, uno de los matemáticos más influyentes del siglo XX, muere a los 86 años

Alexandre Grothendieck.

Alexandre Grothendieck.

EL PERIÓDICO / PARÍS

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Alexandre Grothendieck, un genio de las matemáticas recompensado con el premio Fields y conocido por sus firmes posiciones pacifistas y ecologistas, falleció ayer a los 86 años tras haber vivido los últimos 24 años como ermitaño en el Pirineo. Grothendieck, apátrida hasta que en 1971 aceptó la nacionalidad francesa, falleció en el hospital de Saint-Girons, informa Efe.

Desconocido por el gran público y considerado por sus colegas uno de los matemáticos más importantes del siglo XX, Grothendieck (Berlín, 1928) era hijo de una periodista socialista revolucionaria y un fotógrafo anarquista judío ruso que emigró a Alemania tras ser condenado primero por el régimen zarista y luego por los comunistas.

Sus padres tuvieron también que abandonar Alemania tras el ascenso de los nazis y partieron a Francia, antes de poner rumbo a España para apoyar la causa republicana. El pequeño Alexandre quedó al cuidado de un conocido en Hamburgo hasta que la familia volvió a reunirse en Nimes en 1939, pero los Grothendieck pasaron poco tiempo juntos. El padre fue enviado a Auschwitz, donde murió en 1942. La madre y el pequeño acabaron en el campo de concentración de Rieucros, en el Pirineo, donde Alexandre empezó a interesarse por las matemáticas, que después estudiaría en Montpellier.

Primera sorpresa

El mito sobre su genialidad comenzó a forjarse cuando los grandes matemáticos Laurent Schwartz y Jean Dieudonné le entregaron, cuando tenía 20 años, una lista con 14 problemas sobre los que trabajar en los próximos años y le pidieron que eligiera uno. Unos meses más tarde, regresó a ver a sus maestros con los 14 problemas resueltos.

Con el pasaporte que la ONU otorgaba a los refugiados sin patria, ya que rechazaba asumir la nacionalidad francesa, Grothendieck trabajó a partir de 1953 dos años como profesor en Brasil y EEUU, antes de entrar en el Instituto de Altos Estudios Científicos (IHES) de París. En esta institución dirigió un seminario de geometría algebraica con una nueva visión sobre la geometría inspirada en su obsesión por repensar el espacio con nociones sobre las que aún hoy trabajan los matemáticos.

En 1966 recibió la medalla Fields, considerada el Nobel de las matemáticas, un premio que no fue a recoger por motivos políticos y que después subastó para financiar a los norvietnamitas en la guerra contra EEUU.

No fue el único galardón que rechazó. Grothendieck opinaba que sus trabajos debía juzgarlos el tiempo y no los hombres, y fue alejándose de la comunidad científica y acercándose a movimientos ecologistas radicales.

En 1990 se retiró al Pirineo sin revelar dónde viviría y exigió que sus escritos no publicados fueran destruidos. Además de genio matemático, Grothendieck fue «una personalidad fuera de lo común en su filosofía de vida», ha dicho ahora el presidente francés, François Hollande.