Europa se posa en Marte

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ANTONIO MADRIDEJOS / BARCELONA

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Tras un viaje de siete meses y 496 millones de kilómetros, la industria y la ciencia europeas se disponen a aterrizar en Marte el próximo miércoles con un pequeño módulo de 500 kilos de peso llamado 'Schiaparelli', la avanzadilla de un ambicioso programa que incluye también el orbitador 'TGO', con el que ha viajado hasta el planeta rojo, y un todoterreno que será lanzado al espacio dentro de cuatro años. Si todo va bien, la misión Exomars será un salto de gigante para la exploración planetaria 'made in Europe'. 

No es la primera vez que Europa intenta colocar un robot en la helada y árida superficie de Marte. En diciembre del 2003, el módulo de fabricación británica 'Beagle 2' desapareció sin dejar rastro tras separarse de la nave nodriza 'Mars Express', que 13 años después sigue orbitando el planeta rojo. De hecho, Estados Unidos sigue siendo la única potencia que ha logrado el hito de hollar con éxito el suelo marciano. En esta ocasión, sin embargo, no se trata de un proyecto exclusivo de la Agencia Espacial Europea (ESA), sino de una ambiciosa colaboración con su homóloga rusa, Roscosmos. Además, el aterrizaje del módulo 'Huygens' en el 2005 en la superficie de Titán -una luna de Saturno- y la posterior de 'Philae' en el cometa Churyumov-Gerasimenko, en el 2014, confirman que la tecnología de la ESA ha ganado en precisión.

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ENSAYAR UN SISTEMA DE ATERRIZAJE

El objetivo del programa Exomars al completo es determinar el origen de las intrigantes trazas de metano que se detectan ocasionalmente en Marte, un posible resultado de la actividad biológica, de la vida, pero por ahora 'Schiaparelli' es ante todo un sencillo demostrador, un aparato de cortísima vida consagrado esencialmente a ensayar tecnologías para próximas misiones, entre ellas un nuevo sistema de aterrizaje, un paracaídas, un radar altímetro y una protección térmica. "Nuestro objetivo es demostrar que podemos alcanzar la superficie y recabar datos", insiste Mark McCaughrean, asesor científico de la ESA, que recientemente estuvo en la Fundacion BBVA de Madrid para impartir una conferencia. 

'Schiaparelli' aterrizará en Meridiani Planum, una región sin gran relieve, no muy lejos de donde en el 2004 se posó el vehículo estadounidense 'Opportunity'. Allí permanecerá hasta que las baterías se le acaben, un periodo que puede prolongarse entre 2 y 8 días en función de la energía que deba gastar para soportar el frío. Durante el descenso y una vez en el suelo, el módulo suministrará información sobre temperatura, humedad, densidad y propiedades eléctricas del aire. Los datos recabados, incluida la confirmación de que el aterrizaje ha ido bien, se recibirán en el centro de control con un retraso de casi 10 minutos, que es el tiempo que tardan en llegar desde Marte las ondas de radio.

CAÍDA LIBRE

Este domingo, si se cumple el programa previsto, 'Schiaparelli' se separará e iniciará su descenso en solitario, mientras que 'TGO' llevará a cabo una corrección de rumbo para evitar estamparse contra el planeta y continuar acoplado a la órbita. A finales del 2017 empezará su vida científica propiamente dicha, basada esencialmente en la búsqueda de metano.

La separación de ambas naves se producirá a un millón de kilómetros de distancia de la superficie marciana. A partir de entonces, 'Schiaparelli' descenderá en caída libre hasta que, ya el miércoles, ingresará en la tenue atmósfera a una velocidad de 21.000 kilómetros por hora. En caso de que fracase la maniobra de separación, la ESA volverá a intentarlo el lunes. El peligroso tránsito de la atmósfera hasta tocar tierra durará seis minutos.

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EQUIPOS ESPAÑOLES

En el descenso ha tenido un destacado papel la industria española. Así, tras el despliegue del paracaídas y los retropropulsores, 'Schiaparelli' amortiguará el golpe final en el suelo con una estructura situada en su base que ha desarrollado la empresa Sener. "El impacto se produce a unos cuatro metros por segundo [14 km/h], que puede parecer poco, pero bastaría para dañar los instrumentos del módulo y no podríamos leer lo que ha recopilado durante el descenso", resume Fernando del Campo, responsable del proyecto.

Como la atmósfera marciana es cien veces menos densa que la terrestre, los investigadores han hecho pruebas en una cámara de vacío en la sede vizcaína de Sener. "Hemos creado una estructura de aluminio y kevlar estructurada como un nido de abeja, a base de hexágonos, que se contraerá lo suficiente para amortiguar el golpe -prosigue Del Campo- y al mismo tiempo evitará que el módulo salga rebotado". Como 'Schiaparelli' no tiene autonomía de movimiento, es esencial que caiga de pie.

Si todo va bien, el sistema de aterrizaje de 'Schiaparelli' se empleará en el 'rover' ExoMars, el vehículo todoterreno que se lanzará en el 2020 (dos años después de lo previsto) y que llevará un taladro para horadar el suelo hasta una profundidad de dos metros. El metano, muy especialmente la búsqueda de su origen, será también el eje de su misión. El vehículo móvil podrá tomar muestras y analizarlas 'in situ'.

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