ENFERMEDAD AUTOINMUNE QUE ATACA EL ENCÉFALO

Cuerpo contra cerebro

Josep Dalmau, investigador del IDIBAPS (izquierda) y Domingo Escudero, exjefe de Neurología en Can Ruti y afectado por una encefalitis autoinmune.

Josep Dalmau, investigador del IDIBAPS (izquierda) y Domingo Escudero, exjefe de Neurología en Can Ruti y afectado por una encefalitis autoinmune.

MICHELE CATANZARO / BARCELONA

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El doctor Domingo Escudero era famoso por poner paz entre los compañeros de la sección de Neurología del Hospital Germans Trias i Pujol (Can Ruti). Sin embargo, las cosas cambiaron en el 2005. Escudero parecía sobrepasado, quizá por el estrés del trabajo y de un divorcio. Luego, «la luz se apagó de golpe», explica. De un día para otro, le puso una mano encima a un familiar y empezó a decir palabras soeces a las enfermeras. En tres días, apareció semiinconsciente. En un momento de lucidez, apuntó en un papel que tenía una encefalitis: todos pensaron que estaba delirando. Al cabo de un par de semanas, le ingresaron en el Hospital de Bellvitge y le diagnosticaron una esquizofrenia atípica.

Pero Escudero tenía razón. Ese mismo año, otro médico catalán, Josep Dalmau, daba a conocer desde la Universidad de Pensilvania (EEUU) los primeros cuatro casos de una nueva enfermedad: una encefalitis autoinmune cuyo hallazgo, seguido por el de 11 enfermedades de la misma clase, descolocó a la comunidad médica. En los años sucesivos, Dalmau demostraría por primera vez que un anticuerpo generado por el sistema inmune de un paciente, en lugar de atacar una infección externa, puede dirigirse contra el cerebro, alterando la conducta y la memoria: en concreto, contra una molécula, el receptor NMDA, fundamental para la comunicación entre neuronas. En marzo pasado, expertos de todo el mundo se reunieron en Barcelona para hablar de esta enfermedad, la encefalitis anti-receptor NMDA, y las otras de la familia.

FÁRMACOS

En el 2005 muy pocos estaban al tanto del hallazgo. «En Bellvitge se planteó incluso el uso de electrochoques», recuerda Escudero. A base de fármacos psiquiátricos, el paciente empezó a mejorar. En el 2007, se reincorporó al trabajo. «Había vuelto a ser buen clínico pero había perdido paciencia y serenidad», cuenta. A poco a poco, fue dejando el tratamiento: no se creía el diagnóstico y le quedaba un gran interrogante sobre qué le había ocurrido.

Mientras tanto, Dalmau iba identificando decenas de casos como el suyo. «Entre las enfermedades raras, es de las menos infrecuentes: al menos un caso entre un millón de personas», explica. El grupo más afectado es el de las mujeres jóvenes. «Al principio, se manifiesta simulando una enfermedad psiquiátrica pura», explica Dalmau. Lo que pasa en realidad es que el sistema inmune produce un anticuerpo dentro del mismo cerebro, que elimina el NMDA. Esta molécula se halla en las conexiones entre neuronas. «El NMDA está en el cruce de muchos procesos: de la memoria a la conducta», explica Dalmau. La droga llamada PCP o polvo de ángel produce comportamientos esquizoides, justamente porque actúa en los receptores NMDA.

Escudero se enteró de todo esto solo en el 2009. Fue por curiosidad a una charla de Dalmau en el Palau de la Música. «Mientras escuchaba, les hice entender con aspavientos a mis compañeros que eso era lo que me había ocurrido», explica. «Me acordé también de un par de pacientes mías. Tras el descubrimiento de Dalmau, todos los neurólogos deben haber recordado algún caso hasta entonces inexplicable», afirma.

En los dos años sucesivos, Escudero diagnosticó dos casos de encefalitis anti-NMDA y ascendió a jefe de servicio. Pero en el 2011, volvió a tener un brote. Enseguida, los compañeros sacaron líquido de su médula espinal y lo enviaron a la Universidad de Pensilvania, en Filadelfia, donde el equipo de Dalmau certificó la presencia de los anticuerpos. «Esta vez me trataron y a los dos meses me reincorporé al trabajo», explica. El tratamiento es una combinación de fármacos que elimina los anticuerpos, o las células que los producen. «Hacen falta seis meses de promedio para recuperarse y hay casos de hasta dos años», explica Dalmau.

Desde el 2011, Dalmau compagina su investigación en la Universidad de Pensilvania con una plaza de investigador ICREA en el instituto de investigación del Hospital Clínic (IDIBAPS), donde pasa el 80% de su tiempo, afirma. «Con la que está cayendo en la sanidad, en Villarroel 170 tenemos un puntal mundial», comenta Escudero.

Tras diagnosticar un tercer caso en su servicio en el 2013, Escudero sufrió un tercer brote en el 2014. «Estoy de baja, aceptando lo que me ha venido e implicándome en asociaciones de pacientes. Mi condición me permite hacer de puente con los médicos», explica. ¿Qué ocasionó su enfermedad? ¿Por qué tantas recaídas? Aún no hay respuesta. «En una minoría de casos la reacción inmune sigue a un virus o un tumor, pero en la mayoría no tenemos explicaciones», concluye Dalmau.