PREMIO NOBEL DE MEDICINA

Elizabeth Blackburn: «La pobreza puede alterar el mantenimiento del ADN»

Blackburn, ayer en Barcelona, en un descanso del congreso de la European Molecular Biology Organization.

Blackburn, ayer en Barcelona, en un descanso del congreso de la European Molecular Biology Organization.

MICHELE CATANZARO
BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Pobreza, alimentación deficiente, trabajo duro… Todas estas condiciones son limas que recortan los telómeros, las porciones de ADN que se hallan en las extremidades de los cromosomas. Su deterioro es una de las causas principales del envejecimiento y juega un papel en dolencias cardiovasculares e inmunológiacas, así como en cánceres.

La muestra de cómo las condiciones socioeconómicas pueden afectar a la salud es uno de los resultados más impactantes de las investigaciones de Elizabeth Blackburn en la Universidad de San Francisco. La apuesta de la premio Nobel de Medicina del 2009 por usar la razón científica en política le costó, bajo la presidencia de George W. Bush, la expulsión del comité de bioética de EEUU.

Blackburn (Hobart, Australia, 1948) visita Barcelona, donde ayer conversó con EL PERIÓDICO, para asistir al encuentro de la European Molecular Biology Organization.

-¿Qué relación hay entre telómeros y pobreza?

-Las condiciones socioeconómicas negativas, como la escasez de comida o un mal trabajo, pueden modificar el correcto mantenimiento de los telómeros. Hemos visto que esto suele traducirse en enfermedades cardiovasculares, cánceres, problemas del sistema inmune… Hay pruebas médicas de que una mejor salud suele estar relacionada con mayores ingresos, un mayor nivel educativo y con trabajos más enriquecedores.

-¿Cómo llega el entorno social a actuar en los genes?

-Desconocemos el mecanismo exacto. Pero creemos que la clave es el estrés psicológico crónico. Hemos visto que las hormonas del estrés obstaculizan el mecanismo de mantenimiento de los telómeros. Son estudios hechos con células en un laboratorio, pero es posible que las conclusiones se puedan extender a organismos reales.

-¿Entonces, la salud depende de los genes o del entorno?

-La medicina dio un gran paso adelante cuando descubrió las enfermedades infecciosas. Luego, descubrió que algunas enfermedades tienen una clara raíz genética. Sin embargo, suelen ser dolencias raras, que se dan por unas mutaciones específicas. En la biología molecular hay un secreto a voces: la influencia de los genes no es tan grande como se pensaba hace años. A menos que tengas una mutación genética, el papel de los genes es limitado. Por ejemplo, el estatus socioeconómico es una causa de problemas cardiovasculares mucho más determinante que la mayoría de los genes asociados a estas dolencias.

-¿Es decir, lo que cuenta es el estilo de vida de los individuos?

-No se trata solo de estilos de vida individuales, sino del contexto social. Nosotros hacemos estudios estadísticos: su traducción a nivel individual no es fácil. El colesterol es peligroso por encima de ciertos valores. Esto no quiere decir que un individuo que los supere enfermará seguro, sino que es muy probable que enferme.

-De modo que para mejorar la salud hay que cambiar el mundo…

-Seguramente una sociedad más justa revertiría en una mejor salud. Pero prefiero concentrarme en lo que puedo hacer como científica. Los programas de ayuda a la gente mayor tienen efectos positivos, incluso en un sistema de salud pública tan limitado como el de EEUU. Programas que mejoran la comida, reducen el estrés, proporcionan apoyo social, promueven ejercicio… Todo esto mejora la salud de los ciudadanos y, además, permite al Estado ahorrar dinero, ya que no tiene que solucionar los problemas cuando ya son graves, sino que puede trabajar antes en la prevención, lo que resulta más barato. La industria farmacéutica no tiene incentivos para fomentar la prevención: prefiere vender fármacos milagrosos que curen enfermedades. Esto está bien, pero los gobiernos sí que deberían tener ese incentivo, ya que la prevención les permite ahorrar.

-Usted fue expulsada del comité de bioética del Gobierno de Bush por defender la investigación con células estaminales embrionarias. ¿Cómo juzga la prohibición que se acaba de establecer en EEUU?

-Estoy preocupada. En el comité, manifesté que los informes que se redactaban presentaban la evidencia científica de manera sesgada, a favor de investigar sólo con células estaminales adultas. Ahora, un juez federal ha vuelto a prohibir la investigación con embrionarias. De nuevo no está claro que su pronunciamiento se base en motivaciones científicas. Además, ese juez tiene un historial con un claro matiz ideológico. Para mí, lo que cuenta es que se utilice la mejor evidencia científica disponible.