FENÓMENO ASTRONÓMICO INUSUAL

Hace dos siglos se veían auroras en Barcelona

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EL PERIÓDICO

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La observación de auroras, un fenómeno luminoso característico de las regiones polares, fue relativamente habitual en la península Ibérica hace un par de siglos, como muestran los registros meteorológicos compilados en Barcelona por el médico y físico ilustrado Francisco Salvà i Campillo (1751-1828). “Hemos localizado las fechas de 19 auroras observadas desde Barcelona a lo largo de 45 años de registros”, explica José Manuel Vaquero, profesor del Departamento de Física en la Universidad de Extremadura, en declaraciones a la plataforma científica SINC.

Vaquero es coautor de un estudio que acaba de publicar la revista Advances in Space Research. En el trabajo también han participado entre otros Mariano Barriendos y Arturo Sánchez-Lorenzo, científicos de la Universitat de Barcelona.

El estudio se ha basado en las observaciones realizadas entre 1780 y 1825 por Salvà, impulsor en España de la renovación científica que promovía la Ilustración. El equipo de investigación ha accedido a sus manuscritos originales que se conservan en el Archivo de la Academia de Medicina de la capital catalana. Además de las auroras, Salvà apuntó todos los fenómenos meteorológicos que observaba desde su casa en la calle de Petritxol.

Tormentas geomagnéticas

Las auroras ("boreales" en el hemisferio norte y "australes" en el sur) se originan por los efectos de las tormentas solares, que provocan alteraciones en el campo geomagnético de la Tierra. Las auroras se observan sobre todo en los cielos de zonas próximas a los polos, “pero si se producen grandes tormentas solares, pueden verse en lugares con latitudes mucho más bajas, como Barcelona, aunque no son tan llamativas: la zona norte del cielo se aprecia de color rojo y, excepcionalmente, pueden observarse otros colores y algo de movimiento”, afirma Vaquero, quien no descarta ver de nuevo auroras en la península Ibérica si se repiten las mismas condiciones.

Mínimo de Dalton

A partir de los datos compilados por Salvà se observa un llamativo y abrupto descenso del número de auroras a partir de 1793, "algo que puede explicarse por un brusco descenso en la actividad solar, conocido como el Mínimo de Dalton (principios del siglo XIX), y una disminución a lo largo del tiempo de la latitud geomagnética", explica Vaquero a SINC.

En el siglo XVIII no existía una red de estaciones meteorológicas mantenida por el Estado, y las únicas y muy escasas observaciones que quedan son las que realizaron aficionados como Salvà. Los registros sistemáticos del doctor se incluían dentro de sus observaciones meteorológicas instrumentales, que también tienen gran interés científico para caracterizar el clima de Barcelona durante aquel periodo.

Los registros de las 19 auroras se limitan a escuetas menciones, aunque hay una, la del 14 de noviembre de 1789, que incluye una descripción más detallada: "La aurora boreal del día 14 --escribió Salvà-- empezó al N-NE y corrió al O. A las 11h subía un poco por nuestro horizonte, y era poco encendida. Después subió y se coloró más. A las 5 de la mañana del 15 duraba aún, y tal vez la de este día era residuo de la anterior".