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El 'beso' imposible de Óscar Pereiro

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Sergi López-Egea

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Todos son andaluces. Fernando López, de Málaga, Mireia Salas María Ruiz, también de Málaga; Raquel Fernández, de Sevilla e Irina Morales, de Granada. Y, por supuesto, Óscar Pereiro, en este caso gallego. Son los azafatos y azafatas de la Vuelta a España 2017. Pero si esperan ver de ellos el gesto de un beso, el antiguo premio que el ganador de la etapa, el líder de la general o el rey de la montaña, por poner tres ejemplos, recibían, este año no lo van a observar en la ronda española. No hay ni habrá besos en el podio, ningún corredor triunfador bajará del cajón de los héroes con marcas de carmín en los mofletes. La vieja escuela, al menos en la Vuelta, la que provocaba la fotografía de la chica entregando el ramo, vistiendo al corredor con un jersey honorífico y besándolo por la victoria ya ha pasado a la historia. Hay azafatas. Y azafato. Pero su misión simplemente es la de acompañar a los triunfadores del día.

Embajador de la Vuelta

La función de Pereiro es diferente, y lejos de considerarse como un azafato, su papel es el de embajador, un trabajo parecido  al que ejerció hasta el año pasado Bernard Hinault en el Tour. Hace unos meses lo nombraron embajador de la Vuelta Ciclista a España. Y es él quien ayuda a vestirse con el jersey de líder, o el de la regularidad, o el de la combinada, o la montaña, al primer clasificado en estas generales. ¿Y las chicas que hacen? Pues las chicas ascienden al podio por el extremo contrario al del ciclista y entregan las flores al responsable político o comercial del día que es el que da el premio al corredor. ¿Y el azafato, o sea Fernando? Pues igual, si las chicas llevan el ramo, él se acerca con el ‘maillot’. Y así será durante toda la ronda española, desde el sábado, en Nîmes, al domingo, 10 de septiembre, en Madrid.

Nuevos tiempos

Han llegado tiempos nuevos, los que provocaron que a principios de año hubiese una gran polémica en España. ¿Era el ciclismo un deporte sexista? ¿Es una desconsideración que las chicas besen en el podio a unos chavales deportistas a los que no conocen de nada? La Vuelta ya había renunciado a vestir a sus azafatas con trajes llamativos hace años pero hasta el 2016 apostaron por la tradición, la que en el 2017 han mantenido Tour y Giro.

Desde Australia

El cambio de estilo comenzó en Australia, en enero, cuando decidieron que jóvenes promesas del ciclismo entregasen los premios. Las vueltas valenciana, catalana y vasca siguieron el ejemplo y ahora la Vuelta lo ha escenificado y hasta ha buscado a un antiguo vencedor del Tour para que se convierta en maestro de ceremonias. Por eso, que nadie espere ver el beso imposible de Pereiro.