La verdadera historia de Óscar Pereiro

El vencedor del Tour del 2006 confesó en un programa de televisión que había aceptado "por error" una prima por dejarse ganar una etapa en la ronda francesa del 2005

Óscar Pereiro, en el podio de Montélimar (Tour del 2006)

Óscar Pereiro, en el podio de Montélimar (Tour del 2006) / periodico

SERGI LÓPEZ-EGEA / BARCELONA

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Hay que conocer a Óscar Pereiro y tratarlo desde hace muchos años para saber cómo es. Sin duda, uno de los pocos corredores que puede presumir de haber ganado un Tour, el del 2006, tras un año de espera por la descalificación de Floyd Landis por dopaje.

El mismo corredor que ya retirado enfiló en el 2011 las rutas del Sáhara para disputar la Titan Desert y hasta ganar una etapa por pura aventura. O el que, en plena negociación con José Miguel Echávarri, cuando el técnico navarro lo quería incorporar al Caisse d’Epargne procedente del Phonak (otoño del 2005) le sugirió una cláusula en su contrato: “Oye, José Miguel, ¿y si ponemos una prima de un millón de euros por si gano el Tour?”.  Aquella noche Echávarri apenas durmió, con pesadillas, como si creyera que las premoniciones existen: “¿Y si me gana el Tour?”. A la mañana siguiente llamó a la compañía aseguradora y blindó el contrato de Pereiro “solo por si acaso”.

Habría que haber visto por primera vez a Pereiro, en el Tour del 2004, cuando era uno de los prometedores corredores del Phonak que trataba de sorprender en la general. Por una avería se descolgó en la contrarreloj de Arras, perdió tiempo y llegó llorando como un niño de la rabia por haber cedido en contra de su voluntad y porque no lo habían esperado."No podíamos, Óscar, no podíamos". Así se lo decía su director y mentor Álvaro Pino, al que también le saltaban las lágrimas.

El del 2005 fue el segundo Tour, en el que buscaba un ‘top ten’ y sobre todo el sueño de ese niño, hecho adulto, que lloraba un año antes en la contrarreloj por equipos. La ansiada etapa, aparte del honor ciclista, tenía una recompensa de 80.000 euros, que estaba apuntada en su contrato del Phonak, una cantidad de dinero que, bajo ningún concepto le podía llevar a dejarse vender. “¿Por qué me iba a vender? Ganar una etapa en el Tour era mi sueño y en mi contrato tenía una importantísima prima por parte del Phonak. Era totalmente absurdo”.

La gran etapa pirenaica de ese año ascendía por algunos de los montes más famosos de la cordillera (Portet d’Aspet, Menté, Portillon, Peyresourde, Val Louron y Saint Lary). Pereiro se coló en la fuga buena y, poco a poco, fue dejando a todos los integrantes de la escapada a excepción de George Hincapie, gregario de Lance Armstrong, en su quinto viaje a ninguna parte, al que, supuestamente, debía batir sin problema, en la meta, porque era infinitamente inferior a él en cualquier subida. Pero a 300 metros, el estadounidense atacó y se llevó la etapa. “Y yo me quedé con tal cara de tonto que ni podía articular palabra cuando se acercaron las emisoras de radio” .

CONFESIÓN EN TELEVISIÓN

El lunes pasado, Pereiro, en un programa de tertulia televisiva, confesó que había cobrado una prima por dejarse ganar. Y que todo se trató de un error.

Hay que penetrar en una puerta del tiempo para ver a Pereiro, al día siguiente, en el hotel donde su equipo pasaba la jornada de descanso. No había podido dormir y allí fue donde contó por primera vez a los pocos que se acercaron para tratar de averiguar qué había pasado el día antes una historia que no era nueva, que ya había salido antes en artículos de prensa, que explicó también en la cadena Cope, donde colabora. Allí, en un hotel de Pau (2005) fue donde contó el malentendido, algo que tampoco es y era nuevo en el mundo del ciclismo, el gregario de otro equipo que sabiendo que no iba a ganar la etapa ofrecía los servicios a un rival a cambio de dinero o simplemente, para sacarse unos cuartos extras, prometía que no iba a disputar la victoria. “Eso no es nuevo en ciclismo y con los nervios y el ruido del público durante la ascensión yo escuché ’50.000’ de la boca de Hincapie. No sabía si eran euros o dólares, pero entendí que ese era el precio de Hincapie por no disputarme la etapa. Y le dije que sí, porque de este modo me aseguraba la victoria”, que iba acompañada de la prima de su equipo. 

HINCAPIE, A RUEDA

Por eso, Pereiro subió hasta Saint Lary en plena exhibición, sin ahorrar una fuerza, con Hincapie a rueda, conocedor que el estadounidense con quedar segundo, quizás algún relevo que no llegaba, tendría suficiente. Y, agotado por el esfuerzo, cuando el gregario de Armstrong (luego uno de los que explicaron sus artimañas) demarró ya no tuvo fuerzas para seguirlo, y lo ganó.

Quiso el azar que el Discovery Channel, el equipo de Armstrong e Hincapie, y el Phonak compartiesen hotel. Por la noche se le acercó Hincapie y le ofreció un sobre. “Con 10.000 euros, que de la rabia que tenía los cogí. Lo hice por el cabreo que llevaba y fue allí donde me percaté del malentendido. Hincapie pagaba porque creyó que yo me había dejado ganar”.

Al día siguiente, en Pau, Pereiro consiguió la victoria de etapa y allí fue donde confesó, en este caso públicamente, que tan convencido estaba de que iba a ganar algo en ese Tour que antes de partir se había comprado un coche, un BMW X5, un todoterreno de alta gama, que iba a pagar con la prima pactada con su equipo por triunfar en una etapa. “Con esta victoria pago el coche que me he comprado”, dijo en el 2005.

LA CAÍDA DE VALVERDE

Al año siguiente, Alejandro Valverde, su jefe de filas, se cayó en la etapa holandesa del Tour, se rompió la clavícula y abandonó. Pereiro les dijo a los compañeros que él se ponía al equipo sobre la espalda. Perdió tiempo en los Pirineos, pero al abandonar la cordillera se escapó camino de Montélimar y se vistió de amarillo, prenda que conservó hasta un día antes de París, donde llegó segundo, aunque tres días después se hizo público el positivo de Landis y Pereiro ya se supo ganador.

Conoció la noticia mientras entrenaba cerca de su casa, en Galicia. “Piérdete y no te metas en líos”, le recomendó Echávarri, que conocía bien a Pereiro. Cogió, sin embargo, el teléfono a este periodista y al día siguiente concedió a EL PERIÓDICO la única entrevista tras saber que ya era ganador del Tour, lo que, por cierto, no disgustó a Echávarri. Se ganó un jersey amarillo y una portada.