Muere el exprofesional David Cañada en un accidente de bici

Había superado un cáncer, ganado la Volta del 2006 tras ser una de las grandes promesas de principios de siglo

David Cañada, con Miguel Induráin, en el podio de la Volta 2006

David Cañada, con Miguel Induráin, en el podio de la Volta 2006 / periodico

SERGI LÓPEZ-EGEA / BARCELONA

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Una imagen se repite una y otra vez en la memoria de este periodista después de conocer este sábado el fallecimiento de David Cañada, que fue uno de los más prometedores corredores españoles de principio de siglo y que a buen seguro se habría convertido en una figura mundial de haber tenido un poquito más de suerte, en la vida... en la salud.

Cañada, con solo 41 años, ha muerto este sábado al caer y golpearse la cabeza mientras disputaba la marcha cicloturista Puertos de Ribagorza, una de las más bonitas que se corren en Aragón, su tierra, no muy lejos de su Zaragoza natal. Murió subido a uno de los grandes amores, de los grandes impulsos de lo que fue su vida, la bici, los entrenamientos, las charlas, las bromas que compartía, por ejemplo, con quien ha sido uno de sus mejores amigos en estos últimos años, el ciclista profesional de ciclismo de montaña, Milton Ramos.

A Cañada se le recuerda como el chico nervioso que había debutado en el Tour del 2000 con el equipo ONCE. Realizó una magnífica contrarreloj inicial (él siempre se movió estupendamente en esta disciplina) y se colocó quinto de la general. A la cuarta etapa, su escuadra ganó la contrarreloj por equipos y Cañada saltó hasta la segunda plaza de la general. Por si fuera poco, se colocó líder de los jóvenes con lo que se ganó el derecho a llevar el jersey blanco. Cañada se entretuvo hablando con los periodistas, mientras sus compañeros ya estaban a punto de subir al podio. Charly Mottet, que por aquella época colaboraba en el servicio de relaciones públicas del Tour, le hizo un gesto, que no se durmiera, que solo quedaba él por acudir al podio. Y Cañada se puso nervioso, tartamudeó un poco y casi se cae al suelo al intentar correr con las fijaciones en sus zapatillas. Mottet le tocó el hombro y lo tranquilizó, que fuera caminando, que esperarían por él. Y miró el viejo campeón francés a los periodistas, buscando su complicidad, "es joven". Y rió.

LA COPA Y MIGUEL INDURÁIN

Cañada no tuvo suerte en ese Tour. Una imagen suya sentado en el bordillo de la carretera, con una avería, mientras esperaba la llegada del coche de su equipo, se hizo famosa. Las lesiones en sus gemelos, un problema de corazón... siempre que trataba de brillar se le quebraba la salud. En el 2006 ganó la Volta, un año en el que todos los equipos World Tour se pusieron de acuerdo para que alguno de ellos triunfara en una edición que podía quedar marcada por las fugas. Entonces Cañada era corredor del Saunier Duval y fue nada menos que Miguel Induráin quien le entregó la copa definitiva en Barcelona.

Un cáncer de piel lo retiró del ciclismo. Y luchó con fuerza, con energía para combatir la enfermedad. Lo consiguió, sanó, pero tuvo que retirarse. Ahora cogía la bicicleta por placer y en un par de ocasiones su amigo Ramos casi lo convence para que lo acompañase a la Titan Desert. ¡Hasta quiso venir de mecánico en una ocasión! Pero él era corredor y solo podía pisar el desierto subido a una bicicleta.

El día se torció, antes de que las bicicletas surcaran las cimas del Giro, en una etapa que Cañada habría querido seguir por televisión. Vivió con una bici en el corazón pero con la mala suerte como compañera de viaje.