Geometría variable

El 'mossèn' de Sant Vicenç dels Horts

JOAN TAPIA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Es el fenómeno. Cogió en el 2010 un partido exhausto por las luchas intestinas que fue degradado al estatus de quinta fuerza, por detrás de Iniciativa. Dos años después logró más que duplicar los votos (de 218.000 a 498.000) y los diputados (de 10 a 21). Se convirtió en el segundo partido en escaños.

El pasado lunes se examinó ante 10 lectores de EL PERIÓDICO y contestó durante dos horas a preguntas que no conocía, pero Oriol Junqueras no es ya solo el líder de la oposición, el aliado imprescindible del Govern y el motor político del independentismo, sino el político catalán mas valorado. Y según algunas encuestas ERC sería hoy, si hubiera elecciones, el partido ganador.

Tampoco lleva corbata, pero de forma espontánea (sin dogmática Bargalló); saluda cordialmente, se sienta y empieza a hablar. ¿Cuál es el secreto? No aspira a Kennedy ni a Sarkozy, sino que se encuentra a gusto en su aspecto y vestimenta de home del carrer. Y usa un lenguaje sencillo y directo pero cargado de intención. No es un misionero porque habla como un profesor que se sabe explicar, pero predica la fe en la

independencia.

Una lectora le espeta que hay cosas que la preocupan más, como la marcha atrás en el aborto, el paro y la reforma laboral... Le da la razón. Él es alcalde de Sant Vicenç dels Horts, una ciudad de 30.000 habitantes (creo recordar que dice pueblo) en la que la lengua materna del 80% es el castellano. Y su objetivo es aumentar el bienestar de la gente. La prioridad no es la independencia sino una vida mejor para todos. ¿Cómo? Logrando que los impuestos se queden aquí y con las herramientas que tienen los estados. Se necesita el Estado propio.

Insiste. No puede ser que lo que se gasta en Catalunya se decida en Madrid y que falte dinero para cosas básicas. Si lo que se ha recaudado aquí con el aumento del IVA (dice que son 2.000 millones de euros) se hubiese quedado aquí, no habría habido que hacer ningún recorte. Corrige una pregunta. No quiere ser presidente de la Generalitat sino, en todo caso, de la República Catalana. ¿Qué haría contra el paro? Lo mismo que -en la medida de sus posibilidades- hace en Sant Vicenç dels Horts: servicios sociales para los que los necesitan, un gran esfuerzo en educación y generar ocupación. ¿Cómo? El 90% de las empresas son pymes y hay que acabar con la escandalosa sequía crediticia. Y ayudar a la exportación. El obrero de Nissan o el payés de Lleida vivirían mejor si se exportaran más coches o más productos de la competitiva industria agroalimentaria.

Junqueras se presenta como un profesor que hoy hace política (subliminalmente dice que no es su profesión) y que toca de peus a terra. En Sant Vicenç acompaña a su hijo a la escuela cada día y habla con mucha gente. Curioso, el líder de ERC, en la que había mucha influencia masónica (su símbolo es un triángulo), parece hoy un diligente y campechano mossèn de Sant Vicenç dels Horts. Y en Catalunya hay cansancio de los discursos business friendly y/o constitucionalistas y se aprecia un lenguaje desinhibido de un mossèn (dice ser católico y haber tenido la suerte de trabajar en el Vaticano). Y dotado de sentido práctico. Defiende que también haya escuelas concertadas porque cuestan menos, aunque no aclara si es porque las públicas están mal gestionadas o porque en las privadas los salarios son menores.

El agua a su molino

Y sabe que la mejor defensa es un buen ataque. Preguntado sobre qué pasaría si en el referendo Catalunya se partiera en dos mitades, afirma que ni se lo plantea porque todas las encuestas dan al sí-sí una fuerte mayoría. El dato de que el 51% de los catalanes se declara no independentista (encuesta de EL PERIÓDICO) no existe. Para defender la inmersión lingüística hay que recurrir a todos los caminos «democráticos» posibles (la pregunta era sobre la

desobediencia a los tribunales). «No hay que rendirse», y entonces se transmuta en tribuno: «¡¿Es que alguien se puede pensar que nos vamos a rendir?!». Y lleva el agua a su molino. Dice que no es nacionalista sino independentista y que pronto dejará de serlo porque Catalunya será

independiente.

Había independoescépticos. Otros le interpelaron desde más a la izquierda. No conquistó a todos, pero sí logró una conversación agradable explicando la asignatura. Con ingenio pero sin abjurar del dogma.