CICLO DE ENCUENTROS ORGANIZADO POR EL PERIÓDICO

«La ley del aborto puede mejorarse»

Alicia Sánchez-Camacho defiende ante 10 ciudadanos la necesidad de una nueva forma de hacer política

JOAN CAÑETE BAYLE

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Por ser Gobierno en Madrid y oposición (a la consulta, sobre todo, el monotema) en Catalunya. Por los recortes de Mariano Rajoy, por esos rescates que salvan bancos pero no personas, por las promesas incumplidas, por la ley del aborto, por la subida de impuestos, por no ayudar a los autónomos, por no invertir en investigación. Por el resultado de las elecciones europeas. Por ser, se le vino a decir, una política tradicional que forma parte de la dirección del partido tradicional (junto al PSOE) por antonomasia. Por estos motivos, y algunos más, Alicia Sánchez-Camacho, la presidenta del PPC, tuvo un paso agitado por el ciclo Catalu-nya 2014 de encuentros entre ciudadanos y los líderes políticos catalanes organizado por EL PERIÓDICO.

Agitado por la cantidad, por la calidad y en ocasiones también por el tono de las críticas. Pero agitado también porque Sánchez-Camacho no rehuyó el cuerpo a cuerpo, al contrario, se arremangó y bajó a la arena con gusto. En su haber: que en un diez contra uno poco propicio en el que los políticos no suelen encontrarse cómodos, argumentó, defendió, atacó y contratacó con soltura y no eludió la confrontación de ideas. En su debe: que en ocasiones lo hizo con las armas de la vieja política que tanto alejan a los políticos de la gente. En el haber de los ciudadanos: que como es habitual cuando tienen a un político delante, las flores se las guardan en casa. En su debe: que la comunicación directa entre representantes y representados es tan escasa, la desconfianza tan grande, la oportunidad tan rara, que, puestos en faena, para algunos lo más importante no es tanto escuchar como ser escuchados, aprovechar el momento para decir unas cuantas cosas, cantar unas cuantas verdades, un carpe diem de un par de horas que difícilmente se repetirá, dado que el diálogo constructivo es un bien escaso en la vida política de hoy, instalada en el monólogo. 

«Creo que los partidos tradicionales, los que tenemos una ideología y unas estructuras propias del siglo XX, nos tenemos que empezar a adaptar a las nuevas formas de proximidad a los ciudadanos, a los electores. Los debates entre candidatos me parecen endogámicos. El camino son formatos como este, hacer un modelo de política más próximo, fomentar mucho más la comunicación con la gente, con los votantes. Si no, nos quedaremos atrás en un proceso que nos está pasando por encima, como se ha visto en las últimas elecciones europeas», dijo al iniciar el encuentro Sánchez-Camacho. El fenómeno Podemos, claro, sobrevolaba el ambiente. ¿Podrás, podréis?, era la pregunta no formulada a la presidente del PPC. «Espero que al final de este encuentro mantengas la misma opinión», replicó Enric Hernàndez, el director de EL PERIÓDICO.

UNA LEY IMPOPULAR Y se abrió el fuego. Primer round: la acción de Gobierno del PP. «Como mujer ¿me puede explicar cuál es su posición respecto la ley del aborto?», preguntó Yolanda Torralba (enfermera de 36 años de Abrera). Fue, tal vez, el momento más incómodo del debate para Sánchez-Camacho, defender un proyecto legislativo muy controvertido –«No lo hemos explicado en su justa medida», admitió– en una mesa que lo atacó desde todos los puntos de vista. «Como madre, recuerdo perfectamente lo que es llevar a tu hijo en la barriga. Es inhumano obligar a una mujer a llevar al niño nueve meses y parirlo si es un bebé no deseado» (Carmen Gracia, propietaria de un bar de Rubí de 43 años); «Si me quedase embarazada con la nueva ley ¿qué hago? ¿Algún médico dirá que no puedo tener el niño por motivos psicológicos? Estoy acabando la carrera, tengo que hacer las prácticas, después estaré en stand by como la mayoría de mis compañeros... ¿Qué hago?» (Marina Garcia, estudiante de Publicidad de Sant Feliu de Llobregat de 21 años); «Con la crisis que vive el país ¿modificar la ley del aborto de verdad era tan necesario?» (Mònica Rubiella, abogada de 41 años de Sabadell).

Sánchez-Camacho evitó hacer una defensa sin fisuras y global de la reforma que ha diseñado Alberto Ruiz-Gallardón y que «estaba en el programa electoral de Mariano Rajoy». Recordó que el texto no se ha aprobado y que en el trámite legislativo «puede mejorarse». «Si hay que rectificar alguna cosa de la ley, se rectificará. Se escuchará y se reunirán consensos», añadió, antes de explicar lo que, a su juicio, no se ha comunicado bien: que esta es una ley que busca «garantizar los dos derechos, el de la mujer y el del no nacido, el nasciturus», y que ni siquiera con el redactado actual del texto «ninguna mujer a la que proseguir con el embarazo le suponga un problema físico o psíquico acreditado por un facultativo» se vería obligada a hacerlo. «La ley no es el extremo que algunos han explicado, tachándola incluso de retrógrada y fascista. Está en debate, en construcción, y la tenemos que mejorar», insistió en un discurso en el que en ocasiones mezcló las dos leyes anteriores del aborto, la de plazos en vigor y la de supuestos aprobada en 1985, textos que, según la presidenta del PPC, presentaban puntos en común con la ley Gallardón, como, por ejemplo, no consagrar «el amor libre».

LA HERENCIA RECIBIDA «Vosotros queréis que el niño nazca –intervino Carmen Ledesma (ilustradora de 40 años de Ripollet)–. Pero cuando nace ¿entonces qué? Las ayudas para la natalidad son inexistentes. Las guarderías las tenemos que pagar nosotros... Hay motivos económicos para no tener un hijo. Un médico dirá: ‘estás preparada física y psicológicamente para tener el niño’. Vale, pero ¿me pagarás tú el niño?» Gestos de asentimiento en la mesa. Segundo round: los recortes.

«Las ayudas –respondió Sánchez-Camacho– hay que pagarlas. Es verdad que la crisis la sufren las clases medias y se han hecho ajustes muy importantes en las ayudas sociales, pero había que tomar estas decisiones para intentar que el país salga de la crisis y eso permita después una consolidación del estado del bienestar. No me gustan los ajustes en políticas sociales; creo mucho en el fomento de la familia, por ejemplo, pero hemos hecho lo necesario para mantener el estado del bienestar». Y en este punto la presidenta del PPC echó mano de uno de los recursos más habituales de la vieja política: colocar el dedo en el ojo del adversario. O lo que es lo mismo, la herencia recibida. «Si no hubiéramos emprendido los ajustes, España hubiera ido al rescate, lo que hubiera supuesto que los pensionistas tendrían un 10% menos de pensión. Se hubiera despedido a miles de funcionarios, como sucedió en Grecia y Portugal, y los ajustes en políticas sociales hubieran sido draconianos». Y la puntilla: «Este país, tal y como lo heredamos al llegar al Gobierno, no tenía dinero para subir la persiana al día siguiente porque todo se iba en pagar préstamos e intereses de lo que debíamos. Estábamos en una situación de prerruina, en una situación límite. España es el país que más ajustes ha tenido que hacer porque estaba al borde del rescate».

No convenció Sánchez-Camacho, es difícil hacerlo con las hipotecas que había encima de una mesa a la que se sentaban autónomos, funcionarios, estudiantes e investigadores. No convenció ni en el fondo («¿Pero usted sabe a cuántos funcionarios se ha despedido en España y en Catalunya?», exclamó retóricamente, más que preguntó, Pau Oliver, funcionario de prisiones de 34 años de Lleida) ni en la forma. «El déficit hay que mirarlo también por comunidades. Si vamos comunidad por comunidad, las que estaban peor son las del PP: Valencia, el aeropuerto de Castellón… Y cuando Bankia salió a bolsa, ustedes la controlaban», le recordó Carmen Ledesma después de que Sánchez-Camacho pasara cuentas con José Luis Rodríguez Zapatero: «En dos años, pasó de un superávit de un 2,5% a un déficit del 11% del PIB. Cuando, obligado por Europa, tomó medidas, comunicó a las instituciones europeas que cumplía el déficit del 6%, cuando el real era del 9%. Engañó incluso en el traspaso de poderes, había 2,5 puntos de déficit más del que dijo», acusó la presidenta del PP en Catalunya, para zanjar: «Hemos hecho los ajustes como quien los hace en la economía doméstica. Si tienes un préstamo que te coge el 70% o el 80% del sueldo, tendrás que hacer ajustes en tu economía. Cuando la situación se sanee y puedas crecer los ajustes se reducirán. Es la gente que trabaja la que saca al país de la crisis, no los políticos».

IDEAS Y ADVERTENCIAS Porque es la gente, argumentó Sánchez-Camacho, para quien deben trabajar los políticos. «Hace falta más política con mayúsculas y menos política con minúsculas, más política centrada en los problemas de las personas», dijo hacia el final del encuentro, ya en faena dentro del tercer round, el del proceso soberanista. Y añadió: «Lo que la gente se merece es menos debates independentistas y más debates para reducir el paro, para que viva mejor».

Dos ideas y dos advertencias dejó Sánchez-Camacho sobre el debate soberanista. La primera idea: el pulso es un problema artificial creado por Artur Mas, quien «utiliza el proceso independentista como salida a los problemas en su partido y su incompetencia en un Govern que se caracteriza por la inacción». La segunda: «Las reglas del juego democrático establecen que los referendos hay que hacerlos de acuerdo con la ley. Una parte no puede decidir cambiar las reglas del juego democrático sin la mayoría para hacerlo». La primera advertencia: «El proceso soberanista genera división, fractura, en la sociedad, en las familias, en las empresas. Quizá los que están a favor de la independencia no lo viven así, pero nunca antes había sucedido que el PP catalán haya tenido más de 25 escraches en la última campaña electoral, 70 sedes agredidas con violencia y amenazas de muerte a diputados y concejales». Y la segunda: «Mas deberá gestionar una frustración colectiva cuando no pueda hacerse el referendo, que él sabe que no podrá hacerse porque está fuera de la ley».

Tampoco en este tema convenció. «Pero ¿usted es consciente de que Artur Mas tiene un mandato popular?», le dijo Mònica Rubiella. «¿Por qué no llama Mariano Rajoy a Artur Mas?», preguntó Carmen Gracia. «Yo, hoy, si hubiera referendo, votaría ‘no’ –añadió Yolanda Torralba–. Pero esto no quiere decir que no quiera saber qué quieren hacer el resto». Para resumir: «El camino no es hacer cosas al margen de la ley. Hay que intentar mejorar la situación en Catalunya desde el diálogo, sin romper la ley ni desafiar al Gobierno de España». Explicación, por cierto, que también sirve, más o menos, para argumentar que si PP y PSOE no lo ven, no cabe un referendo sobre la monarquía. Sí, los dos partidos de siempre, de acuerdo en lo de siempre. Pese a ello, pese a lo que dejaban ver las preguntas y muchas de las respuestas, al final del encuentro Sánchez-Camacho seguía pensando que formatos como el de Entre Todos es el camino a seguir entre políticos y ciudadanos.