CICLO DE ENCUENTROS ORGANIZADO POR EL PERIÓDICO

«La España de Rajoy no es atractiva»

Pere Navarro defiende ante 10 ciudadanos el federalismo como única salida a un choque entre PP y soberanistas

JOAN CAÑETE BAYLE

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En tiempos de choque de trenes, la calma cotiza a la baja. En el marco de Catalunya 2014 -el ciclo de encuentros de los líderes políticos catalanes con ciudadanos impulsado por EL PERIÓDICO- Pere Navarro, el primer secretario del PSC, se sentó esta semana con 10 lectores en el Palau Macaya de la Obra Social de La Caixa a hablar, sobre todo, de su libro. Literalmente, porque dedicó gran parte de las dos horas de encuentro a intentar convencer con sus mejores armas a los asistentes de las bondades de su propuesta de reforma federalista de la Constitución y acabó regalándoles un ejemplar de su libro Insisteixo, la solució és federal.

 

Lo intentó, pero no convenció, tal vez porque, decíamos, la calma se lleva hoy menos que la rauxa, y el estilo y la propuesta de Navarro es, o pretende ser y muchas veces lo consigue, un elogio de la calma y la perseverancia. O tal vez no lo logró porque un político en los tiempos de desafección que corren solo convence a los convencidos o a los que se quieren dejar convencer. Los ciudadanos, puestos sin intermediarios ante un político de un partido de los denominados, o de los considerados, del establishment, solo le dan agua si tiene mucha sed, y aun así ya veremos. O tal vez fuera porque a estas alturas del partido, cuando el juego se desarrolla en el terreno del primero votemos y luego ya se verá si decimos no o lo que sea, con estas reglas, con este árbitro y con esta distribución de los equipos, por mucho que insista Navarro cuesta vender las bondades del federalismo. Lo dicen las encuestas, se nota en la conversación pública, es evidente en el mismo seno del PSC y se constató en el encuentro de Navarro con los ciudadanos.

Pero el primer secretario del PSC no es de los que se desalientan. «¿No se siente solo?», le preguntó al final del encuentro Sergi Freixa (43 años, empresario de nuevas tecnologías de Barcelona). «No me siento solo, sino muy acompañado -dijo Navarro, y sonaba sincero-. Hace solo un año y medio que propusimos la reforma federal de la Constitución. Al principio, en el comité federal del PSOE había quien sonreía. Ahora ya no, ahora es una cosa que está en el debate público, que no se ve como una cosa simpática y graciosa sino como una posibilidad que va ganando terreno. De lo que se trata es de que la gente viva mejor, y con nuestra propuesta la gente vivirá mejor».

Navarro es el tercer dirigente catalán que pasa por el ciclo, tras Artur Mas y Oriol Junqueras. Los tres han usado el mismo argumento: agotado el modelo actual, urge un cambio de ciclo. Para Mas y Junqueras la independencia es una cuestión de dotarse de las herramientas de un Estado; para Navarro, la mejor herramienta para cambiar el ciclo, para cambiar esta «España de Rajoy que no es atractiva» es la reforma federal de la Constitución. Puede ser, le dijo Rafael Guirado (60 años, maestro de Manresa), pero para eso es necesario «contar con dos tercios del Congreso de los Diputados», es decir, sumar al PP a la causa, algo que no es previsible que vaya a suceder. «¿O es que tiene previsto que el PSOE logre una mayoría tan amplia que sume todos estos diputados? Porque lo que está sucediendo es lo contrario, que PSOE y PSC cada vez son más pequeños», disparó Guirado.

Los cuatro 'noes'

Navarro se pasó el encuentro intentando convertir cuatro noes en cuatro síes. No, el PSC no está en contra del derecho a decidir, sino de cómo llevan el tema ERC y CiU («Defendemos el derecho a decidir, lo que no compartimos es la forma con la que lo hace la mayoría en el Parlament. Los ciudadanos tienen que poder decidir sobre el futuro de la relación entre Catalunya y el resto de España, pero a través de un acuerdo y de una forma legal, como en Escocia»). No, el PSC no está sojuzgado por el PSOE, sino todo lo contrario («Hemos cambiado el PSOE de arriba abajo en el tema del modelo territorial»). No, el PSC  no es un partido del establishment, sino que encabeza un proceso de apertura a la ciudadanía, democracia interna y participación que se plasma en las primarias y en su propuesta de cambio de la ley electoral que incluye la elección directa de 58 diputados («Como primer secretario, no decido quién es el cabeza de lista a las europeas o el cabeza de lista en las elecciones municipales en Barcelona»). Sí, «los políticos nos hemos ganado a pulso la desafección de los ciudadanos», pero no, no todos los políticos son iguales, no todas las políticas son iguales («Desconfiad de un político que rehúya del contacto con los ciudadanos»).

Pero hay un no que de verdad es un no. Se lo preguntó directamente Sergi Freixa y Navarro contestó para que no hubiera dudas. No, no es independentista y nunca lo ha sido. Pero su proyecto federalista no es un reacción al auge del independentismo, como apuntó Jordi Arís (26 años, pintor del sector de la construcción, licenciado en Historia, vecino de Sabadell), sino la solución al «agotamiento  de un ciclo», el de la Transición, simbolizado sobre todo por la sentencia del Tribunal Constitucional (TC) sobre el Estatut («impulsado por dos gobiernos socialistas, uno en España y otro en Catalunya»). «El fenómeno independentista es legítimo, lo respeto pero no lo comparto porque no creo que sea una solución -se explicó Navarro-. El independentismo ha crecido por muchos factores, como la sentencia del TC, que hizo que mucha gente se sintiera insultada, y la crisis económica, ya que el independentismo da soluciones fáciles a problemas muy difíciles».

Diagnosticado el problema («Si en esta constitución no cabe el Estatut quiere decir que tendremos que cambiar de Constitución»); descartada la salida independentista («Queremos avanzar pero creemos que romper no es la solución») y rechazada la vía actual («Tal como vamos, no habrá consulta, lo cual llevará a la frustración al pueblo de Catalunya»), Navarro propone otra fórmula: «Reafirmar los derechos de Catalunya, su singularidad, lograr una mejor financiación, que la gente viva mejor y a la vez influir en el resto de España, en la línea histórica del catalanismo político tradicional».

O sea, Insisteixo, la solució és federal.

«Ya, pero todos conocen el dicho 'se atrapan más moscas con miel que con vinagre' -dijo en su intervención Mariam Cherri (barcelonesa de 20 años, estudiante de Psicología en la UB)- y sin embargo las posturas del Gobierno en Madrid y la oposición en Catalunya son una fábrica de independentistas. Yo misma, hace dos años, no lo era. Pero a nadie le resulta agradable estar en una fiesta donde no le quieren. ¿No cree que nos están echando?».

O sea, algo así como Insisto, la opción federalista no es realista. Muchos de los compañeros de Mariam en la mesa asintieron. Y Navarro echó mano del PSOE. «La propuesta de reforma federal tiene la virtud de que es la única que comparte uno de los dos grandes partidos de España», explicó, para añadir: «Artur Mas y Mariano Rajoy son dos caras de la misma moneda. Se dan portazos uno al otro, uno dice: 'Con el Gobierno de España solo quiero hablar de la consulta', y el otro dice: 'Yo con el Gobierno de Catalunya quiero hablar de todo menos de la consulta'. Nosotros queremos que todos hablen de todo, crear un nuevo marco de convivencia». El ejemplo, curiosamente, es el mismo que dijo anhelar Artur Mas en el mismo ciclo de encuentros con ciudadanos, el escocés: «Supongamos que la vía del artículo 150.2 es posible. Eso sería el final del camino. En Escocia empezaron el camino al revés, diciéndole a Westminster: 'Ustedes tienen la autoridad, nosotros queremos hacer el referendo, pongámonos de acuerdo, pactemos la pregunta, la fecha y el entorno legal. Es lo que defendemos. Tiene que haber primero un acuerdo'».

¿Difícil con el PP? Claro, admitió Navarro, pero también fue complicado convencer al PSOE, lo que requirió, según el líder socialista catalán, «un proceso de negociación duro» para pasar de la doctrina marcada en Santillana del Mar, «donde no aparecía la palabra federal», a la de Granada, «donde está en el título». «El resultado es que, más allá de voces que siempre habrá, el PSOE en su conjunto asume la propuesta de Granada, una propuesta que está por escrito y que incluye no solo un cambio territorial, sino de profundización en la democracia», insistió .

La relación con el PSOE

Un ejemplo que le sirve a Navarro tanto para demostrar que con paciencia y pedagogía se puede subir al carro de la reforma federal a un gran partido español como para desmentir que el PSC, su PSC, actúe al dictado de la calle de Ferraz. «Hoy menos que nunca el PSC actúa como una federación del PSOE», dijo, y añadió: «El PSC, por primera vez en 35 años, votó dos veces diferente que el PSOE para defender el derecho a decidir. No lo hicimos por gusto, sino por coherencia, porque dijimos que votaremos lo mismo aquí que en Madrid, y así lo hicimos. Las discusiones que hemos tenido con Alfredo Pérez Rubalcaba, desde la lealtad de ser compañeros, fueron muy acaloradas». Pero, explicó el primer secretario del PSC, las conversaciones llegaron a buen puerto. «Nunca antes el secretario general del PSOE había subido al estrado del Congreso y había dicho: 'Hoy soy el portavoz del grupo parlamentario socialista que está formado por los diputados y diputadas del PSOE y los diputados y diputadas del PSC».

Diputados y diputadas de un partido que no hace mucho gobernaba en Madrid y en Barcelona, que ahora está en horas bajas y al que las encuestas auguran malos tiempos. «Tenemos una crisis de confianza muy grave, la percepción es que los socialistas desde el Gobierno no supimos gestionar la crisis, no supimos dar respuestas, no supimos resolver los problemas -admitió Navarro-. Pero con lo que vino después, el PP en España y Artur Mas en Catalunya, la situación empeoró. Los partidos que hemos gobernado somos de momento especialmente castigados en las encuestas. Espero que al final, no».

El problema es que la crisis de confianza va más allá de una acción de Gobierno puntual, le dijeron a Navarro los ciudadanos. «La gente de a pie no os vemos a los políticos como servidores públicos porque nosotros no luchamos por lo mismo que vosotros. Yo veo las noticias por la tele y me enfado, pero quien tiene el poder para cambiar las cosas sois vosotros, los políticos, y no hacéis nada. Parece que no tengáis televisor en casa», resumió el sentir generalizado de la mesa Esther Peña (licenciada en Ingeniería Química en paro, 28 años, de Cerdanyola).

Porque da igual que sea un político en ejercicio del poder (Artur Mas), jefe de la oposición y socio de Gobierno al mismo tiempo (Oriol Junqueras) u oposición en (casi) todo como Navarro; la desconfianza es la misma. «Los ciudadanos tenemos la sensación de que miran hacia otro lado. Paro, los jóvenes que se van del país, los desahucios, la pobreza energética... ¿De verdad no pueden hacer nada por nosotros?», preguntó María del Mar González, parada de 40 años residente en Sant Andreu de la Barca. «¿No cree que la corrupción y la política del descrédito del oponente, el 'y tú más', contribuyen al distanciamiento hacia la clase política de los ciudadanos?», inquirió Adriana Zamora, abogada de 41 años de Barcelona. Algo así como Insistimos, la solución es escuchar a los ciudadanos.

Las ideologías

Navarro no hizo una defensa corporativa de los políticos. Pidió mano dura con la corrupción, defendió la política local como ejemplo de la política de proximidad que propugna y reivindicó la pervivencia de las ideologías. «Las ideologías aún existen. La derecha y la izquierda son diferentes desde el punto de vista de los valores y las ideas», afirmó.

«Pero el único pacto que has hecho con el Govern de Artur Mas es precisamente BCN World», le reprochó Sergi Freixa. «¿No sería mejor  invertir ese dinero en educación y formación? ¿Qué sostenibilidad existe en un proyecto que prevé destruir ocho hectáreas de terrenos naturales para llenarlos de cemento?», insistió en el tema del complejo de casinos Esther Peña. Y en este asunto, Navarro  también tuvo que insistir en que lo suyo, pactar con CiU el sí al macrocomplejo, tiene explicación. «Hemos cambiado este proyecto de la noche al día: protección de los menores, inversión en las entidades sociales, respeto al plan territorial y el plan de costas... BCN World era un mal negocio y ahora es una oportunidad». Tampoco convenció. Tampoco se trataba de esto. De lo que se trata, por usar sus palabras, es de crear un espacio de diálogo entre ciudadanos y políticos. Esa, insistimos, es una solución.