Mireia Belmonte: «Lograr un oro olímpico es el motor que me impulsa»

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LUIS MENDIOLA / BARCELONA

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El Teatro Zorrilla de Badalona se llenó el pasado día 3 de febrero para homenajear a Mireia Belmonte en su nombramiento como hija predilecta de la ciudad. Y delante de una audiencia entregada, el presidente del COEAlejandro Blanco, la calificó como la mejor nadadora española de todos los tiempos y posiblemente la mejor deportista, una etiqueta que, palmarés en mano, solo puede discutirle la tenista Arantxa Sánchez Vicario.

En el caso de la nadadora catalana (Badalona, 10 del noviembre de 1990) es difícil poner adjetivos a su trayectoria, porque Mireia no se cansa de cruzar nuevas fronteras que hasta ahora parecían inalcanzables. Hace tiempo que resulta impredecible la proyección de esta campeona de 24 años que no para de sorprender con sus conquistas y que cerró el 2014 de nuevo instalada en la élite.

Seis medallas en los Europeos, cuatro en los Mundiales de piscina corta y tres récords mundiales suponen un inmejorable balance para una deportista que ya tocó la excelencia en el 2012, el año olímpico, con dos platas en los Juegos de Londres (200 mariposa y 800 libre), y supo mantenerla en el 2013, el año del Mundial de Barcelona, con dos platas (200 mariposa y 400 estilos) y un bronce (200 estilos).  «El 2014 era un año que parecía de transición, sin Mundial ni Juegos, pero seguí entrenándome duro porque si no sabía que este año me iba a costar más y al final me salió muy bien todo», valora.

Lo mejor, con todo, para Mireia es que lo mejor de su carrera parece aún por llegar. Acaba de regresar de una concentración en el CAR de Sierra Nevada, donde se oxigena y hace una parte de su preparación, y donde conoció su elección entre los 10 finalistas al premio Català de l'Any. «Me hizo mucha ilusión sobre todo porque es un título que vota la gente y que te transmite en cierta manera  el cariño que sienten por ti».

Su agenda la llevará a finales de este mes al Open de España en Málaga (28 al 31 de marzo), cita obligada para conseguir las mínimas del Mundial de Kazán de julio, que espera hacer en seis pruebas. Esa será la última gran competición antes de los Juegos de Río 2016, donde busca el sueño que siempre ha movido su carrera: «Lograr un oro olímpico es el motor que me impulsa. Si entrenas al máximo, como yo hago, aspiras a lo máximo. Pero sé que será muy difícil lograrlo, porque todo el mundo tiene el mismo objetivo y hay que tener los pies en el suelo», señala esta estudiante de márketing en la Universidad Católica de Murcia (UCAM) , que la patrocina.

El espíritu inconformista y competitivo que define a Mireia es el que la invita a ser optimista. «Cada  año voy evolucionando como deportista y como persona, porque también hago un trabajo psicológico con un entrenador mental que me ayuda mucho», reconoce la badalonesa. «Yo me siento más competitiva, más confiada en mí misma. La confianza la vas cogiendo a lo largo de los años. Y piensas, si voy haciendo buenos resultados, ¿por qué este año no los voy a tener si sigo entrenando igual de bien? Es cuestión de confianza».

TALENTO, DISCIPLINA Y TRABAJO

No podría entenderse la trayectoria de Belmonte, que llegó por casualidad a la natación, con solo cinco años, después de que le diagnosticaran una escoliosis (una curvatura irregular de la columna vertebral), sin la combinación ganadora (talento, disciplina y trabajo) que le ha moldeado el carácter desde  que a los 12 años ingresó en el CAR de Sant Cugat.

El talento era evidente desde que empezó a competir y el técnico Jordi Murio reparó en ella. Su facilidad para deslizarse en el agua era natural. Pero sin la disciplina y el trabajo ese talento no habría salido a la luz, ni se habría convertido en un ejemplo para los que ahora empiezan. «No hay que ponerse límites, porque si te los pones, pierdes la ilusión», afirma.

Con su actual entrenador descubrió, además, la motivación para encarar nuevos desafíos. El francés Fred Vergnoux es la persona que la sacó de su zona de confort y la que le plantea, día a día, nuevos retos y alicientes, que han desenterrado todo su potencial y han derribado todas sus barreras físicas. «Con Fred empecé a hacer mucho más trabajo en el gimnasio y en el agua. Él fue el que me hizo creer en mí misma».