Los finalistas (2)

José María Fernández Seijo: «Los desahucios son la imagen de la crisis»

J. G. ALBALAT
BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

«Los desahucios son la imagen de la crisis económica». Con esta idea, el juez mercantil de Barcelona José María Fernández Seijo inició una batalla judicial para defender los derechos de los más desfavorecidos y elevó al Tribunal de Justicia de la UE sus dudas sobre la legalidad del proceso de ejecución hipotecaria español. La justicia europea le ha dado la razón y ha determinado que la regulación de los desalojos judiciales por impago de la hipoteca vulnera el derecho sobre protección de los consumidores, porque impide al afectado defenderse de las cláusulas contractuales abusivas. Esa sentencia y la presión popular han provocado la puesta en marcha de la modificación de la ley.

Fernández Seijo duerme poco. Se levanta a las cuatro o las cinco de la mañana para trabajar. Tras llevar a sus hijos pequeños al cole, va a la Ciutat de la Justícia, al juzgado que dirige desde el 2004: el mercantil número 3. «Me gusta venir a trabajar», confiesa. La puerta está abierta para cualquier consulta, y apuesta por la máxima transparencia. Tiene una idea clara de lo que debe ser la justicia: «Un instrumento para resolver conflictos y también para superar desigualdades. Lo importante es ser eficaz». No huye de los tecnicismos, pero sus resoluciones son entendibles, y no duda en usar dibujos o fotos para explicarlas mejor.

EN CATALUNYA «POR AMOR» / Quienes le conocen lo definen como un profesional riguroso y afable. Es imparcial, pero tiene una especial inclinación a proteger a los más débiles y defender el interés público. Quizá su experiencia de juventud en la cárcel de mujeres de Barcelona, donde hizo la prestación sustitutoria de la mili, le ofreció una visión distinta del derecho, carrera que cursó en la Complutense. En 1990 aprobó la oposición a juez. Su primer destino fue Esplugues de Llobregat. Después, Arganda del Rey, Sant Feliu de Llobregat y Barcelona. «Vine a Catalunya por amor», relata. Casado con una jueza, tiene dos niños de 4 y 6 años y otra hija de 20, de su anterior matrimonio, que estudia Medicina.

Es el mayor de cuatro hermanos y quería ser profesor. Pero su padre, un magistrado ya fallecido, y su madre, funcionaria de justicia, le inculcaron que lo mejor para su futuro era opositar. ¿Vocación de juez? «Creo que sigo sin tener vocación», ironiza. Pero lo cierto es que le gusta su trabajo y lo demuestra.

Sin embargo, no es de encerrarse en el despacho. Le gusta participar en actividades vinculadas a su labor (es miembro de asociaciones de juristas), aunque deja tiempo para su familia y sus aficiones, como la novela negra, la pintura y el deporte: en fútbol es del Atlético de Madrid y, desde que llevó el concurso de acreedores del Joventut de Badalona, sigue a este equipo de baloncesto, «un valor para la ciudad». Y colabora con una entidad social del Raval.

Su otra gran afición es la cocina. «Soy mejor cocinero que juez», explica. Tiene un blog en internet y con unos amigos médicos participa en una sociedad gastronómica.

Además de su amplia trayectoria como juez, formó parte de la sección especial de la comisión de codificación para la reforma concursal (2009-10) que hizo los borradores de la ley, y ha acudido al Congreso y al Parlament como experto para reformas procesales y mercantiles. Tiene experiencia docente y ha intervenido en cerca de un centenar de publicaciones colectivas y varios informes sobre el estado de la justicia. En definitiva, un juez próximo y conectado con el mundo.