BARCELONEANDO

Un 'work in progress' de pesebres

Lo bueno del belén es el anacronismo, una tradición que estrenó Lucas, el evangelista

Barceloneando PESEBRES

Barceloneando PESEBRES / periodico

CARLES COLS / BARCELONA

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El título del correo electrónico que llegó al buzón de la sección de la agenda del diario era un anzuelo con un cebo irresistible: Work in progress de pesebres. ¡Ahí es nada! Lo tenía todo. Modernidad y tradición. Por no hablar de la semiótica oculta de la palabra pesebre, pues en la profesión periodística sirve para referirse a una comilona, un viaje o, llegado el caso, una bacanal, siempre, claro, que sea de gorra. También tiene su significado despectivo, como recuerda la RAE. Si se trata de poner un ejemplo, es obligado repescar la portada que en noviembre de 1990 publicó ABC con motivo del trigésimosegundo congreso del PSOE. La noticia ocupaba un faldón muy estrecho en la primera página, con dos fotos muy feotas de Felipe González y Alfonso Guerra. El resto de la página, o sea, casi toda, iba dedicada a un rebaño de ovejas que parecían comer directamente del titular dedicado al partido socialista. El pie de foto remataba la faena: «Un rebaño acude a comer al pesebre en una explotación cercana a Madrid».

Y, entonces, va y resulta que el correo electrónico no venía con segundas. Iba de pesebres navideños, pero el anzuelo ya estaba mordido y al otro lado del teléfono se ponía Albert Català, presidente de la Federación Catalana de Pesebristas, una organización que este año ha decidido organizar eso, un work in progress en el número 11 de la calle de Banys Nous, donde seis de sus asociaciones federadas van a trabajar durante seis semanas cara al público para que se vea cuánto oficio hay detrás de la elaboración de un nacimiento de Jesús según esa fabulación que dejaron para la posteridad Mateo (suya fue la idea de los Reyes Magos, y el gremio de jugueteros nunca le estará suficientemente agradecido) y Lucas (que le puso tensión dramática al relato, con el albergue lleno, María a punto para el parto, los pastores en la montaña, el ángel…). La mula y el buey, ya puestos a concretar, son personajes más tardíos, de algún evangelio apócrifo.

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«Se equivoca quien cree que esto del pesebre consiste en bajar la caja del altillo un par de días antes de Navidad», avisa Català. Tiene razón. Al lado de cada plataforma sobre la que hasta el 15 de diciembre se trabajará con mimo hay unas vitrinas en las que los artistas del pesebre exhiben las herramientas con las que suelen realizar su meticulosa tarea. El instrumental ginecológico que el perverso David Cronenberg imaginó para 'Inseparables' se queda corto al lado de lo que ahí se muestra. Menuda caja de herramientas. Da miedo ponerse en la piel del pobre 'porexpán'.

Queda claro, pues, que esto va en serio. No en vano, Barcelona es, según los expertos, la capital belenista más antigua de Europa, con una asociación dedicada a esta afición de forma ininterrumpida desde 1863. Se disputa este honor con los pesebristas de Wenns (Austria), donde, por cierto, la recreación de la escena bíblica no tiene como único tema el nacimiento, sino también otros episodios sonados del Nuevo Testamento, lo cual es una lástima, porque, abierta la veda, el Antiguo Testamento siempre daría más juego, ni que fuera para ver al cabeza de familia hecho un Cecil B. DeMille ante el reto de separar las aguas del Mar Rojo, pero qué se le va hacer.

Para creyentes y ateos

A la calle Banys Nous, pues, conviene ir estos días de vez en cuando, a ver cómo crece el belén. No hay que ser un piadoso creyente para disfrutarlos. Igual que no hay que ser capitán de barco para meter una goleta en una botella de cristal, para el pesebre no hace falta fe. La religión es un tema apasionante incluso para los ateos. Ahí esta Christopher Hitchens, que de la escena del nacimiento preguntaba con su lengua bífida qué era más creíble, que las leyes de la naturaleza hubieran quedado suspendidas hace 2.000 años para que María quedara inmaculadamente embarazada o que una mujer judía mintiera a su marido.

La mayor incoherencia de aquel parto sobre el que se ha edificado el cristianismo es, no obstante, otro. Las fechas no casan. El censo ordenado por Roma que llevó a María y José a Belén tuvo lugar 10 años después de que muriera Herodes. Un fallo de guión por parte de Lucas. Nada inusual en el gremio. Una anacronía que, al final, ha sido una de las características más interesante de la artesanía del belén, explica Català. Un día vio uno en el que el establo era una una oficina bancaria vacía, con sus cintas amarillas de prohibido el paso de la policía y los personajes principales con estética okupa. Olé.

Hay que ir a Banys Nous.