La voz de los sintecho

Transcurrió silencioso. Pero al final alzaron la voz para pedir que la gente que pasa ante ellos les mire, que se indigne por su situación, que los que gobiernan legislen pensando en la exclusión más extrema, que no se les criminalice por ser pobres. Fueron cerca de 250 las personas que ayer al mediodía, respondiendo a la llamada de entidades sociales de la ciudad, se congregaron en la plaza de Sant Jaume vestidas de negro y con la cara cubierta con una máscara blanca para representar la invisibilidad de los sintecho.

Guardaron silencio durante unos 10 minutos, tiempo durante el cual decenas de ellos alzaron pancartas con el lemaNadie sin derechos. Nadie sin hogar, que fueron mostrando mientras caminaban improvisadamente, pero con cierto orden, tanto hacia el edificio del Ayuntamiento de Barcelona como hacia el de Generalitat ante la mirada de numerosos curiosos.

Acción en 28 ciudades

El acto, en formatoflashmob(una acción en la que un grupo de personas se reúne en un lugar público para realizar algo inusual y se dispersa rápidamente), congregó principalmente a profesionales, voluntarios y usuarios de 28 oenegés de Barcelona, aunadas en la Xarxa d'Atenció a Persones Sense Llar y bajo el impulso de Cáritas. Fueron convocados a través de las entidades, al igual que otros centenares de personas que se sumaron a iniciativas similares que se realizaron simultáneamente en un total de 28 ciudades españolas.

Tras la silenciosa protesta llegaron las reivindicaciones en forma de manifiesto. En voz alta, ya sin máscara, Pere Jordi, usuario del centro de acogida Assís y uno de los encargados de leer parte del texto que han redactado para la ocasión personas sin hogar de toda España, lamentó que la gente les«criminalice por pobres, borrachos, drogadictos, enfermos o sucios», y que se vea a los sintecho«como una amenaza». Marga, de la Associació Atra, apuntó lo duro que les supone mendigar:«No vale el dinero que te dan en la puerta del súper porque te anima a seguir pidiendo. Lo que necesitamos es otra cosa, queremos dejar de ser invisibles».

Y para dejar de serlo, reclamaron, ante sonoros aplausos, más políticas de prevención e inserción, disponer de espacios en los que se les ayude a curar sus problemas físicos, psicológicos, las adicciones... En definitiva, poder tener una oportunidad para poner en orden sus vidas.