CON MUCHO GUSTO

El vino es un gran regalo

La antigua costumbre de regalar vinos para potenciar la alegría de las fiestas navideñas vuelve con fuerza gracias a la recuperación de la cultura del cava.

Una vinacoteca, un lugar donde comprar un buen regalo navideño.

Una vinacoteca, un lugar donde comprar un buen regalo navideño.

MIQUEL SEN

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Una cosa es la nostalgia y otra muy distinta, la melancolía. Esta última puede llevar a la enfermedad, al malestar romántico, mientras que la primera nos permite ajustar el visor gustativo que da medida del recuerdo. Gracias a la nostalgia podemos recuperar la elegancia del regalo de unos buenos vinos, siguiendo un camino que marcaron los empordaneses ofreciendo botellas de dulce Garnatxa los días de fiesta; o los riojanos, que tenían la buena idea de hacernos probar los vinos del año por Navidad.

Los melancólicos están realizando una campaña oculta para que en estas fiestas sirvamos el cava en copas anchas. Como suele sucederles, tienen razón, pero poca. Se basan en dos teorías, una dudosa y otra no tanto. La primera teoría dice que la copa ancha es la recuperación exacta del pecho de madame Pompadour. La otra, en la que podemos estar de acuerdo en principio, afirma que en este tipo de copa abierta los aromas se aprecian mucho mejor que en las estrechas, las flautas, pensadas para visualizar las burbujas, olvidando el componente aromático de los vinos de estrellas.

Es evidente que el gas se pierde rápidamente en los pechos de la copa Pompadour, al contrario del lento centellear de las burbujas en unas copas que no deben ser de boca de piñón si nos gusta olfatear. Así, regalar unas copas adecuadas puede ser un acierto, como lo será recuperar los grandes vinos que no son de cada día, aunque muchos de ellos no sean extremadamente caros.

El RNG de Nadal, en el que los catadores con un poco de práctica descubrirán frescura combinada con unas frutas del orden del membrillo, está sobre los 24 euros, manejándose en un espacio lleno de joyas como el Recaredo Subtil, que no describo porque el lenguaje de los entendidos suele ser de una pesadez de siesta navideña. Mucho más positivo es recordar la brillante alegría que despierta el Brut Albert de Vilarnau, la elegancia burbujeante de Gramona en versión Tres Lustros, el Llopart Ex-Vite -menudo gran Xarel·lo-, o la gloria en esta tierra que nos da el Juvé y Camps Milesimé. Una afirmación de que nunca habíamos bebido mejor, para desgracia de los melancólicos.