HISTORIA DE LA CIUDAD
Vestidos y alhajas de 1700
Albert Garcia Espuche coordina un estudio sobre la colorida indumentaria y los muchos ornamentos que lucían los barceloneses a principios del siglo XVIII.
‘Indumentària. Barcelona 1700’, de Albert Garcia Espuche, Sílvia Carbonell, Sílvia Saladrigas, Francesc Riart, Julia Beltrán, Aileen Ribeiro y Ruth de la Puerta. Editado por el Born Centre Cultural y el ayuntamiento.
El arquitecto e historiador Albert Garcia Espuche descubrió en el 2001 las ruinas arqueológicas de la ciudad asediada de 1714 bajo la estructura de hierro y cristal del mercado del Born. La antigua plaza iba a acoger una biblioteca, proyecto que declinó en beneficio del Born Centre Cultural, donde se exhibe este yacimiento en el que durante la excavación se descubrieron pequeños tesoros de la activa vida cotidiana de principios del siglo XVIII. Entre ellos, botones de vidrios azulados, hebillas de plata de zapatos, pendientes, cuentas de collares y de pulseras de madera y de ámbar, anillos y botones de hueso.
De ello versa Indumentària. Barcelona 1700, el décimo volumen de la colección La Ciutat del Born. Barcelona 1700, libro publicado por el ayuntamiento y coordinado por Garcia Espuche. En él, Sílvia Carbonell, Sílvia Saladrigas, Francesc Riart, Julia Beltrán de Heredia, Núria Miró, Aileen Ribeiro y Ruth de la Puerta aportan sus estudios sobre el vocabulario textil de la época, los hallazgos arqueológicos, los tejidos utilizados y la moda española de los Austrias y las tendencias europeas.
PUJANTE, NO MÍSERA / Para Garcia Espuche, el estudio de la indumentaria es fundamental para comprender que la sociedad barcelonesa de 1700 no atravesaba ningún periodo de decadencia. «Al contrario, el ámbito económico tenía gran influencia en Catalunya y en su capital. Eso ayuda a entender la diversidad de tejidos, de colores, de piezas de vestir y de complementos que se lucían en ese periodo», expone el historiador, que en el 2010 publicó el ensayo Barcelona, 1700 (Empúries), donde la capital catalana no es un enjambre de miseria como se creía hasta entonces, sino una ciudad dinámica, cosmopolita, abierta, con una rica burguesía amante del juego, del teatro y de la fiesta. «Los tejidos llegaban al puerto de todas partes del mundo».
Garcia Espuche aporta datos del archivo del notario Francesc Lentisclà, que en 1714 vivía en la calle de Montcada. Gracias a ello hoy se conoce cómo se vivía en la Ribera, el barrio con 6.380 habitantes y 1.200 casas y el comercio más vivo de esa Barcelona de inicios del siglo XVIII.
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