VISITA DEL ALCALDE DE BCN A TRANSFORMACIONES URBANAS EN COLOMBIA

Un vertedero en flor

Sobre el terreno 8El alcalde Trias, con sombrero, subiendo a la cima del reconvertido Morro de Moravia.

Sobre el terreno 8El alcalde Trias, con sombrero, subiendo a la cima del reconvertido Morro de Moravia.

RAMON COMORERA
MEDELLÍN / enviado especial

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La vida, mientras se podía conservar, difícilmente era concebible que fuera más dura, indigna y expuesta a una altísima toxicidad. Una multitud de 15.000 personas de 2.138 familias quemaban sus días en el 2004 en la enorme montaña de basura del Morro de Moravia, en la colombiana Medellín. Lo hacían tras huir durante décadas y en todo el país de una violencia de muchas caras y muchas armas: narcotráfico, paramilitares, guerrilla revolucionaria de las FARC y el Ejército. Una terrible llaga social y ambiental insertada en otra herida más extensa, menos lacerante pero también obscena, la del medio millón de habitantes de las difíciles comunas de la zona de Santo Domingo. Un proyecto de cooperación de la Càtedra Unesco de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) pagado por el Ayuntamiento de Barcelona y con intervención de entidades locales ha convertido ahora el vertedero en un jardín en flor. Y lo ha hecho con la participación de antiguas vecinas.

«Una montaña de 35 metros de alto y 10 hectáreas con todo tipo de residuos acumulados sin control en los años 70 y 80 es hoy, literalmente, una zona verde multicolor», proclama Sandra Bestraten. Lo hace mientras la delegación barcelonesa que encabeza el alcalde Xavier Trias, en visita de cooperación social y económica por Sudamérica, subía este domingo rampas, escalones y más rampas hasta la cima del nuevo Morro. Acompañaba a Trias su homólogo de Medellín, Aníbal Gaviria, con un séquito incluso más numeroso. Bestraten es arquitecta, profesora de la escuela de la UPC y miembro de la cátedra, y una de las impulsoras de este ejemplo de transformación urbana.

«Estamos tratando con una tecnología innovadora los lixiviados contaminantes y también controlando las cada vez menores emanaciones de gas», explica. Se trata del mismo metano que llegaban a usar directamente como combustible las familias que vivían sobre la basura, detalla la arquitecta. A partir de estas actuaciones se ha recubierto la montaña de residuos con tierra, en la que echan raíces las plantas y flores que forman el insólito jardín. Es una cobertura delgada y frágil, pero suficiente para que pueda desarrollarse experimentalmente un plantío que se empieza a comercializar.

Las llamadas Mujeres de Moravia, una veintena de antiguas residentes, son las encargadas de mantener el espacio recuperado. Su trabajo es entusiasta y eficiente, según cuentan responsables de esta experiencia en la que también es muy importante la participación de Moravia, una comunidad con un grado de movilización social muy alto. En el vertedero quedan aún 138 familias por realojar, un proceso que se hará «sin forzar a nadie, por acuerdo», según dijo Gaviria con el telón de fondo de algunas pintadas contrarias a los traslados.

Barcelona ha pagado una primera intervención en el Morro de Moravia entre el 2009 y el 2010, y una segunda del 2009 al 2012. En el 2007  fue cuando se inició el traslado de familias a otras zonas de Medellín fuera de los 1,5 millones de toneladas de residuos orgánicos, industriales, hospitalarios y de todo tipo depositados allí.

El baño de realidad que realizó Trias en Moravia incluyó otra visita, la de la Comunidad 10, el centro histórico de Medellín. Aquí el área de Hábitat Urbano ha empezado a asesorar y colaborar en un doble proyecto. Primero, diseñar unos servicios de atención a los niños que son víctimas de explotación sexual. Y segundo, crear una agencia del paisaje urbano, el espacio público y el patrimonio.

Los técnicos catalanes que ya han empezado a aportar la experiencia barcelonesa destacan que la venta ambulante es un problema grave en Medellín que va mucho más allá de la actividad comercial irregular. «Supone afrontar la violencia y la corrupción que existen y causan un millar de muertos al año. Debajo de las mantas donde se expone la mercancía hay pistolas», explican gráficamente.