La verdadera Barcelona secreta

Pol Esteve y Marc Navarro cartografiaron en el 2006 los 15 cuartos oscuros de la ciudad, la guinda que le faltaba a la mayúscula obra de Ernst Neufert

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CARLES COLS / BARCELONA

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Entre los meses de agosto y septiembre del 2006, el arquitecto Pol Esteve y su colega Marc Navarro cartografiaron la verdadera Barcelona secreta, un término que se usa muy alegremente por ahí, pues internet, por ejemplo, va lleno de entradas si se realiza esa búsqueda, medio millón más o menos, un despiporre. A algunas de esas barcelonas el calificativo de secretas les viene grande. A lo que exploraron Esteve y Navarro, no. Con una cinta métrica y un cierto espíritu de aventurero agrimensor visitaron en horas poco concurridas los cuartos oscuros de la comunidad gay más osezna de Barcelona. Levantaron los planos con oficio, como lo hace un buen profesional de su especialidad. El resultado es una cartografía inédita de Barcelona. ¿Qué, es secreta o no?

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Esteve explica desde Londres, donde imparte clases en la Architectural Association, algunos pormenores de aquella exploración sin antecedentes conocidos y sin émulos después. “Íbamos a primera hora, cuando el local acaba de abrir, y tomábamos las medidas”. En total visitaron 15 cuartos oscuros, tantos como se supone había aquel año en Barcelona y que, por situar a quien aún no sepa de qué va la cosa (lo cual es normal, porque recuérdese que son secretos), decir solo que son espacios sin apenas luz consagrados al furtivismo homosexual, la evolución extrema de las londinenses ‘molly houses’ del siglo XVIII.

LA ARQUITECTURA OLVIDADA

¿Por qué? ¿Para qué? No, esto no fue el juego infantil de tocar el timbre y salir corriendo, una travesura de arquitectos adultos, en este caso. Esteve y Navarro sostienen que hay espacios públicos de los que la arquitectura se olvida, eso en una profesión que destaca por ser especialmente exhaustiva en la publicación de vademécums dirigidos a los profesionales del sector. Aunque descatalogado, ahí está, por ejemplo, el 'Atlas de plantas' de Friedericke Scheneider, un compendio de planos de hogares de medio mundo, pero sobre todo despunta en esa biblioteca lo que se considera la biblia si de esta materia se trata, 'El arte de proyectar en arquitectura', de Ernst Neufert, un manual publicado por primera vez en 1936 en Alemania y ampliado y reeditado hasta 40 veces en aquel país y 16 en España por la editorial Gustau Gili, que detalla con precisión de relojero todo cuanto es indispensable saber para edificar a escala humana. ¿Todo?

Neufert fijó el canon de cientos de materias. La media común de una puerta es de 72 centímetros por Neufert. Los ladrillos miden 25 centímetros de largo por 12,5 de ancho, también por él. Los electromésticos, 60 centímetros de profundidad y 45 o 60 de ancho. Cualquiera que quiera salirse de ese estándar necesitará un trabajo de carpintería por encargo. ¿Qué altura es la correcta para una pila bautismal? Neufert. ¿De un pinball? Neufert de nuevo. Aquel sajón hizo tanto o más por el racionalismo arquitectónico que Le Corbusier, pero, a lo que íbamos, hubo rincones oscuros, y nunca tan bien dicho, en los que no reparó.

¿Cuál es la altura humana a la que debe situarse un ‘glory hole’ en un cuarto oscuro, que, de nuevo para los profanos, subrayar que es el agujero en la pared a través del cual se mantienen relaciones sexuales en esas salas sin luz? Y, ya puestos, ¿de qué diámetro? Y la pared, ¿es conveniente un ladrillo Neufert (recuérdese, 12,5 centímetros, ¿demasiado?) o mejor una simple plancha de pladur, que las hay en el mercado de hasta solo 10 milímetros de espesor?

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CAJEROS, PROBADORES Y NICHOS

La investigación neufertiana de Esteve y Navarro fue en realidad más allá de los cuartos oscuros. Cartografiaron también las diferentes tipologías de los cajero automáticos, los probadores de las tiendas de moda de Portal de l’Àngel y Portaferrissa y los nichos de los cementerios, la última de las viviendas. Poner el foco aquí y ahora en los cuartos oscuros no es un capricho. El conjunto de 15 planos que ambos levantaron en el 2006 forman parte de la exposición que hasta el próximo 19 de marzo dedica el CCCB a la arquitectura concebida expresamente para la práctica del sexo. Es solo una hoja colgada de un pared, casi una pequeña obra abstracta, porque no hay dos plantas iguales, pero tiene el magnético efecto sobre los visitantes de todo aquello que es tabú.

La mayoría de aquellos cuartos oscuros, puntualiza Esteve, ya no existen. La razón, en cualquier caso, podría ser materia para otra ocasión.