El verano calienta la Barceloneta

El barrio marinero reclama más recursos para afrontar los problemas de masificación turística, incivismo y vivienda que se multiplican en estas fechas

Noche de verano en la Barceloneta.

Noche de verano en la Barceloneta. / JULIO CARBÓ

PATRICIA CASTÁN / BARCELONA

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Eduardo es un comerciante de la Barceloneta que hace unos días ha descubierto que el 'quart' de casa que alquiló a una trabajadora del barrio ha sido realquilado a turistas. Ni la confianza que tenía en su inquilina ha podido con la tentación del lucro rápido que supone sacar tajada del turismo en el núcleo más cotizado en verano. Le consta al menos otro realquiler en la misma finca, un fenómeno que se ha disparado esta temporada y se suma al panorama de incivismo y saturación que sufre hace años el barrio marinero. ¿Tiene solución? No es fácil, pero vecinos y comerciantes coinciden en que hacen falta "muchos más recursos" para enfriar esta olla a presión.

Los casos de realquiler denunciados en junio pusieron de nuevo el foco en la Barceloneta, un área que ni mucho menos tiene la exclusiva de la presión turística, los problemas de convivencia o de especulación inmobiliaria, pero que por su ubicación junto al mar, sus dimensiones y su propia idiosincrasia vecinal sufre especialmente el impacto estival. La guinda llegó la semana pasada con la difusión desde las redes sociales del vídeo de una pareja fornicando a plena luz del día en una de sus plazas, que rápidamente se hizo viral.

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El ayuntamiento quita fuego a este último incidente "aislado", que "podría darse en cualquier ciudad del mundo" y pide que cualquier testimonio de algún hecho similar lo denuncie inmediatamente. Asegura que los cuerpos de seguridad trabajan para que no se repita y que el consistorio ha desplegado otras herramientas en el barrio -el Pla de Veïnatge- que sustituye a los operativos intensivos de verano y funciona todo el año.

Pero desde la Agrupació de Comerciants i Industrials de la Barceloneta (ACIB), observan con alarma el bucle mediático en el que está inmerso el barrio. "Es evidente que tenemos muchos problemas, pero ahora todo se magnifica con las redes sociales. En este caso no es nada que no pase hace años aquí y en muchos destinos con playa masificados", argumenta Jaume Tomillero, su presidente en funciones. Una reflexión que no evita que sean muy críticos con todo lo que sucede.

REIVINDICACIONES

"Estamos indignados, pero acostumbrados a estar indignados", relata, convencido de que el incivismo es solo uno de sus muchos problemas. "Hay que tomar medidas porque en la Barceloneta porque hace tiempo que no estamos bien", opina, hilvanando un discurso que pone énfasis en los problemas de especulación -como informó este diario el pasado día 2- que acechan al vecindario, de movilidad e incluso urbanísticos. La entidad cree que el mal estado de las calles y sus socavones merecen tanta atención, por ejemplo, como otros temas, por lo que insisten en reivindicar no solo más Guardia Urbana, por ejemplo, sino inversiones. Y también prestar atención a la movilidad, que ven caótica porque los nuevos vehículos de paseo (de segways a patines) siguen desfilando pese a la reciente regulación, junto a las marabuntas que no fluyen bien por la planificación semáforica, opinan.

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Pero en el ojo del huracán surge siempre la palabra turismo: Los que duermen en la zona, los que la cruzan para ir a las playas, los que abarrotan el transporte público o los llamados 'muertos vivientes' que regresan tras excesos nocturnos en el Port Olímpic. "La turismofobia está a flor de piel y no debería pasar", aduce Tomillero, que recuerda que el viajero hace que mucha gente "se pueda ganar la vida", más allá de la hostelería. Pero su gestión está pinchando en el barrio, opinan los afectados, convencidos de que con los agentes cívicos -hay dos o tres parejas, según los días- no basta y el problema de los pisos turísticos no se ha resuelto sino que ha cambiado de signo.

Hace tres años de aquella otra imagen de alto impacto, un turista en cueros comprando en un súper, que abrió la caja de los truenos. Entonces había cientos de pisos turísticos ilegales explotados casi impunemente. Las medidas de control y denuncia se han multiplicado en este periodo, pero el procedimiento de cese de actividad es lento y los propietarios que se lucran en la ilegalidad son mucho más cautos: "Sigue habiendo muchos pisos pero ahora avisan al turista para que haga menos follón", sostiene Pepa Picas de la combativa asociación vecinal L'Òstia. Pero a este flanco se suman ahora los realquileres, un fenómeno difícil de atajar porque es difícil sancionar al inquilino tramposo.

REGRESIÓN AL 2014

Para esta activista "pasear por la calle es horroroso". "Es una invasión total y no hay una varita mágica que lo soluciones, pero hay que dejar de traer actividades que atraigan gente", desde ferias hasta el futuro museo del Hermitage, cita.

"Estamos peor, hay una regresión al 2014, un desmadre", evalúa Manel Martínez, vicepresidente de la Associació de Veïns de la Barceloneta, mientras muestra vídeos de gamberros circulando sobre la capota de un coche. "Se necesitan más recursos tanto de seguridad como para temas de movilidad, faltan muchos efectivos, hay poca vigilancia. Nos sentimos estafados y decepcionados", se queja. Intuyen un verano "fatal" y reivindican que el distrito fiche gente del barrio (a través de la Taula d'Ocupació), que conoce el territorio, como agentes cívicos y para colaborar en la detección de pisos ilegales.