Una veintena de locales programan clandestinamente música en el Raval

La Guardia Urbana rastrea las redes sociales en busca de locales a los que sancionar

GIPSY LOU

GIPSY LOU / periodico

NANDO CRUZ / BARCELONA

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La falta de una legislación clara y, sobre todo, permisiva, hace que el Raval sea uno de los puntos calientes de la ciudad en lo que respecta a la música en vivo. "En el Raval no existe un solo local con licencia para organizar música en vivo". "Ni uno", insiste Sergio Markovich, responsable de la asociación cultural El Arco de la Virgen. "Pero en el Raval programan actividades de música y performance entre 20 y 25 locales. Unos lo hacen con más regularidad que otros. Unos forman parte del Eje Cultural Emergente del Raval y otros trabajan más intermitentemente y sin difusión", asegura.

Markovich se resiste a facilitar el nombre de alguno de estos últimos locales para no delatar su dinámica. Su propio establecimiento, El Arco de la Virgen, lleva varios meses precintado, pese a tener más de 8.000 socios. Otro local que prefiere no dar su nombre asegura que hace conciertos pese a la expresa prohibición del ayuntamiento. El viernes mismo cometió el 'delito' de programar un trío de jazz. Desde su situación de alegalidad, todos estos locales del Raval se las tienen que apañar para atraer al público sin llamar la atención de la Guardia Urbana. Es como jugar al gato y al ratón. Y tienen las de perder. Los dueños de asociaciones y bares explican que la Guardia Urbana rastrea las redes sociales para saber qué noches hay actividad.

LA MÚSICA NO ES DELITO

El facebook de La Rouge, bar situado en la Rambla del Raval, está presidido por un lema: "La música no es delito". Es todo un poema ver a su encargada durante un concierto, corriendo arriba y abajo del local vigilando el limitador de sonido, suplicando al técnico de sonido del grupo que baje el volumen, rezando casi para que el concierto acabe. Así no se puede vivir. Cuenta Markovich que La Rouge ha recibido una oferta de traspaso: "Sería normal que se planteasen aceptarla en un momento en que reciben un acoso continuo. Llega un momento que prefieres dejarlo. Es humano". El Gipsy Lou, de la calle Ferlandina, se define como bar 'cooltural', pero tampoco eso le salva, por ahora, de sus problemas con la ley por exceso de aforo.

Para Markovich, el problema del acoso a los locales de música en vivo es "una normativa muy rígida que tiene un margen de interpretación que depende del conocimiento de las ordenanzas y del interés. El partido que gobierna acaba de entrar y la desconoce, pero los funcionarios sí la conocen y la interpretan según su opinión". Cabe recordar que El Arco de La Virgen recibió su primera inspección y multa un día que celebraba la presentación de un libro cuyos actores recitaban y actuaban. Y que la inspección que en 2012 culminaría en su cierre, el pasado otoño, está fechada en lunes, un día en que el local estaba cerrado y, por lo tanto, no había ninguna actuación.

MÁS PELIGROSO QUE TRAPICHEAR

Markovich, italiano, explica que en su país no hay ningún problema en que un bar organice un evento, "siempre con un límite de horario que varía según el municipio". "Mi familia tenía un restaurante con un piano de cola dentro. Y mi primo siempre tocó ahí. ¡Es algo normal!", exclama. En Barcelona, dice, "es más peligroso ir con una guitarra en la espalda que trapichear con droga", compara. E insiste: "Los festivales y grandes locales hacen un buen trabajo, pero por debajo del Apolo estamos nosotros". El ayuntamiento trabaja a contrarreloj para evitar que la ciudad siga perdiendo espacios para cultivar la música en vivo. Pero las semanas siguen pasando.