LA CIUDAD CONTRACULTURAL

Una señal de vida inteligente

Clet dejó la huella de su arte aparentemente inocente el pasado febrero en Barcelona

¿Prohibido? 8 Dos señales manipuladas por Clet, en la calle de Torrent de l'Olla, ayer.

¿Prohibido? 8 Dos señales manipuladas por Clet, en la calle de Torrent de l'Olla, ayer.

CARLES COLS
BARCELONA

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Elartista de callepor excelencia es Banksy, supuestamente nacido en Bristol, cuya fama es tan universal que incluso es posible adquirir guías turísticas con las que seguir los pasos de sus más célebresgrafitisde Londres, solo que la mayoría ya no están ahí porque fueron limpiados por las autoridades municipales o literalmente arrancados de la pared, porque cotizan en el mercado del arte. Hace años pasó porBarcelonay dejó una pequeña muestra de su ingenio en la calle de Avinyó. Era una obra menor, un elefante que portaba en el lomo un obús, pero era un 'banksy'. Hace un par de meses visitó la ciudad otro artista.Clet Abraham. Decenas, tal vez centenares de sus obras, están aún ahí, intactas. Deja su huella sobre lasseñales de tráfico. La reacción natural ante un 'clet' es la sonrisa, Pero el trabajo de este bretón afincado en Florencia va cargado de munición.

A diferencia de Banksy, Clet no se esconde. Pronuncia entusiastas conferencias en defensa de su arte, más o menos efímero según cual sea la diligencia de los servicios municipales de limpieza. Tampoco requiere mucho empeño. Clet no pinta sobre la señales. Solo adhiere pegatinas que fabrica en su taller florentino.

«Las señales de tráfico son el símbolo visible de que hay una ley que cumplir, son la presencia continua de la autoridad en la calle, un recordatorio de la obediencia...» Basta tener 46 años bien llevados y un porte destartalado pero elegante para que ese discurso amablemente antisistema se haga un hueco en el arte de la calle. Clet, además, es atractivo (eso es opinable) e ingenioso (eso es bastante indiscutible).

El Cristo de Clet

En Barcelona su obra es fácilmente visitable aún enGràcia,Poblenouy elBorn. Ahí está su ya célebre Cristo sobre una señal de callejón sin salida, la mano que hace crujir una indicación de dirección prohibida o el hombre que riega una flor sobre un aviso de giro no permitido. En Italia forma parte del paisaje urbano cotidiano de Roma, Turín, Palermo, Milán, Bolonia y unas cuantas ciudades más, pero su rastro es visible también en Londres y París.

De su paso por Barcelona poco se sabe. No fue, es obvio vistos los resultados, un rascarse la panza. Pero no consta que dejara en la ciudad un guiño personalizado como en algunas de sus obras más originales. En París, la silueta de la torre Eiffel se coló en su día en varias señales de tráfico, pero tal vez su guiño más original sea un indicador de dirección prohibida de Turín en la que una mano despega la franja blanca y deja a la vista, cómo no, la imagen del Santo Sudario.

Clet vino y se fue. Las calles de Barcelona son apetitosas. En ellas han dejado su sello reputados artistas, como C215 y sus inconfundibles retratos y Francisco de Pájaro y sus provocadoras composiciones escultóricas con basuras y trastos viejos, encomiable ejemplo local del concepto del arte efímero.

Lo de Clet no es efímero. Sigue ahí. Las ordenanzas, según se interpreten, prevén multas de entre 1.125 y 2.250 euros por cada una de las señales de tráfico que manipuló el pasado febrero. ¡Glups! Tal vez eso le haga desistir de volver. Tal vez lo haga y estén aún ahí las huellas de su última visita. Por si acaso, ya lo saben, en Gràcia, en el Born, en Poblenou..., ahí está Clet.