RENACER DE UN ESPACIO CIUDADANO

Una plaza más Reial

Los clientes llenan, ayer al anochecer, las terrazas de dos de los restaurantes y locales que protagonizan el renacer de la plaza Reial de Barcelona tanto para turistas como para autóctonos.

Los clientes llenan, ayer al anochecer, las terrazas de dos de los restaurantes y locales que protagonizan el renacer de la plaza Reial de Barcelona tanto para turistas como para autóctonos.

PATRICIA CASTÁN / BARCELONA

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Al caer la noche, revestida de animadas terrazas y de gente haciendo cola para cenar, la plaza Reial rompe los prejuicios de quienes creían que hace un lustro estuvo vista para sentencia. La llegada de nuevos operadores en los últimos años, la apuesta por un ocio más diurno, y la ofensiva contra la mala vida nocturna han resucitado una de las plazas más bellas y estratégicas de Barcelona. A un paso de la Rambla, para lo bueno y para lo malo, la Reial resurge de la degradación, a sabiendas de que estar de moda implica ceder paso tanto al barcelonés reencontrado como al turista ávido de experiencias. Su próximo y definitivo reto es la reordenación de sus variopintos veladores. Y los empresarios lo tienen claro: son singulares y tendrán una normativa específica, pero reivindican el derecho a la individualidad, al color.

La celebración del segundo aniversario de Ocaña, hace unos días, con más de un millar de invitados de todas las edades y condiciones, constató la buena forma que vive la plaza. Joaquima Laguna, la empresaria que propulsó esta apuesta múltiple de café, bar, coctelería y restaurante, en 1.200 metros cuadrados, abandera la nueva etapa. La que ha reconquistado a público local y seducido al guiri más inquieto, entre 'drag queens' y tapas locales. La empresaria cree que la plaza está más viva que nunca, pero que todavía queda trecho por correr. Más oxígeno, iniciativas creativas y pactos para afianzar el futuro de un enclave donde hace una década los toxicómanos y hace un lustro las mafias organizadas del robo eran parte del panorama nocturno.

Oferta más variada

Para Roberto Tierz, presidente de la Associació d'Amics i Comerciants de la Plaça Reial, y espectador privilegiado desde el legendario Sidecar, "la plaza vive uno de sus mejores momentos, no solo por los progresos en la seguridad y la limpieza, sino por una oferta más variada y completa". Y enumera desde los mercadillos Drap Art y los concursos de piano Maria Canals que han devuelto el foco diurno a su asfalto, hasta la nueva iluminación navideña que este año cubre a todo color su cielo. Cita como ejemplo a Ocaña, no solo del cambio sino de que "era apetecible venir a la plaza". Y aunque algunos operadores admiten sin rubor el creciente peso turístico, Tierz puntualiza que también el autóctono ha perdido el miedo a bajar a este epicentro del barrio Gòtic. Sus 17 locales ocupados y los llenazos al anochecer, corroboran el cambio.

Y no es que todo esté hecho en la plaza, cuyo devenir va de la mano del de la Rambla. Todos los operadores coinciden en que el día es ahora apacible, animado y seguro. La noche ha mejorado sustancialmente, pero siempre queda trecho. La droga dura, el incivismo desatado, el botellón, los robos impunes y las mafias más peligrosas han levantado el vuelo, admite Joan Mas, (Jamboree, desde 1993), pero a la plaza Reial, de moda internacionalmente, aún le pesan el aluvión de lateros nocturnos, el pillaje al descuido y la prostitución africana que, eso sí, llega entrada la madrugada al tramo que conduce hasta la Rambla, cuando las terrazas empiezan a bajar persianas.

Hace poco que el hotel de lujo D.O. cumplió 1.000 días de vida. Su irrupción fue unos de los elementos definitivos para que la plaza empezara a dejar atrás su ocaso y remontara el vuelo. Y no por el desembarco de 'solo' 18 habitaciones cinco estrellas, que poco suponen entre los miles de visitantes, sino sobre todo por dotar de vida a espacios muertos en los que otros no creyeron. Ignasi Majó, de la familia propietaria, es categórico al afirmar que la zona está "mucho mejor" que la que encontraron. "Es verdad que seguridad siempre hace falta más, pero la plaza ha dado un giro", opina.

A una altísima ocupación, rompiendo el prejuicio de un territorio lleno de pensiones, suman una oferta gastronómica gurmet, mejorando la oferta de tapas a pie de calle, introduciendo las cenas panorámicas desde su Terrat, o las cenas de altos vuelos en su Cuina del sótano. Majó asume que al barcelonés le costaba bajar, pero poco a poco va confiando. Este verano ha conformado el 70% del público de su terraza. Eso sí, el viajero quiere pisar calle, exige ver, oler y saborear la plaza desde las terrazas.

Personalidad

Al igual que otros operadores, Majó reclama que el gran reto que asume ahora la Reial, reordenar sus veladores (como uno de los 31 enclaves de regulación específica), deje margen a la "personalidad" de cada establecimiento. Tierz también defiende que haya criterios unificados, sobre todo en la iluminación del perímetro, "pero que se respete la peculiaridad". La normativa en la que ya trabaja el ayuntamiento, debería implicar la renovación del techo de los pórticos y su luz, mantienen. Pero sin forzar una homogeneidad imposible en un entorno tan dinámico.

La contribución municipal ha pasado por una mayor vigilancia de día, con al menos una patrulla policial, como de noche, cuando se dobla, o durante el fin de semana, cuando se refuerza más. Por vía oficial, y también de paisano, para "anticiparse" tanto a la delincuencia como a los excesos.