Una Monumental integrada en el pulso público de la ciudad

Por fuera, una imponente fachada noucentista con estilo arabizante, mosaicos y trencadís; por dentro, un coso de 52 metros de diámetro y 20.000 localidades. Monumental, como su nombre indica. Pero el coso taurino que emergió en el Eixample en 1914 como icono de la prosperidad de la burguesía catalana y ejemplo de modernidad hoy no es más que una instalación de capa caída, convertida en un zombi desde que entró en vigor la prohibición en Catalunya de las corridas de toros, el 1 de enero del 2012. Del amor al odio, en 100 años, y sobre la arena, una incógnita: ¿qué hacer con la Monumental? Un interrogante para el que los ciudadanos que han escrito a EL PERIÓDICO tienen propuestas dispares, pero que en su mayoría convergen en una idea: es una oportunidad ideal para darle a la Monumental un uso público, ciudadano.

«Por favor, que no hagan otro centro comercial», suplica en una carta Margarita Cotura, de Barcelona, que posiblemente respiraría más tranquila si supiera que esa no es la propuesta más extendida entre sus conciudadanos. Ni espacio para macroconciertos, ni circos, ni teatros… La mayoría ven el futuro del colosal coso ligado a la cultura pero prescinden de la faceta del espectáculo. «Por su ubicación, junto al Auditori, el Teatre Nacional y el Arxiu de la Corona d'Aragó, podría ser un nuevo equipamiento cultural», propone Joaquim Mallen (Barcelona).

UN PEQUEÑO PULMÓN / Unos adaptarían y cubrirían el coso -«Podrían mantener la estructura y las fachadas y cubrirlo con una cúpula transparente», propone Ferran de Miguel (Cerdanyola)»- para consagrar el edificio a un uso lo más polivalente posible y otros, mantendrían el ruedo al descubierto. Los más osados apuestan por hacer desaparecer el edificio y «construir una escuela, una biblioteca y un espacio verde para jugar niños y pasear los adultos», apunta Magdalena Simon Parés (Barcelona) o instalar «un parque con muchos árboles, como un jardín botánico de especies mediterráneas, como un  lugar para que los niños vayan a aprender y a jugar», añade Ángel García-Gutiérrez (Granada).

Pero la idea de un pequeño pulmón solo es viables si integra el edificio. Hacer borrón y cuenta nueva es imposible. La Monumental forma parte desde 1987 en el Catálogo de Patrimonio Arquitectónico Historicoartístico de Barcelona en el nivel de protección B, es un Bien Cultural de Interés Local y ello implica un alto grado de protección que obliga al mantenimiento y prohibe su derribo. Lo que sí permite su calificación es un amplio abanico de usos culturales, lúdicos o deportivos. Y en este sentido, ideas no faltan: «Debería convertirse en un centro cívico con una sala de lectura y otra de exposiciones o un mercado público con restaurantes, como el de San Miguel en Madrid» (Aida López. Barcelona); «Podría acoger una biblioteca central (Ramón Gabernet. Barcelona);  «o un museo de la Ciencia» (Loli Verdejo. Badalona). En definitiva: «Un espacio destinado a toda clase de eventos para la ciudadanía y a fomentar la cultura para mayores y pequeños» (Ana Vera. Barcelona).

A MERCED DE SU DUEÑO / La Monumental, por su rareza arquitectónica, sus dimensiones y su ubicación en la estratégica zona de las Glòries -foco de crecimiento de la Barcelona actual- tiene todos los ingredientes para protagonizar una gran faena y salir a hombros por la puerta grande. Pero la plaza es propiedad privada, y cualquier acción debe pactarse con el Grupo Balañá. Así, el futuro del coso está a merced del capote de su dueño, que espera la respuesta de la Generalitat a su reclamación de 10 millones de euros en compensación por el cese de las corridas de toros. Mientras, la Monumental se debate entre el pasado («Debería seguir siendo lo que es», Julián Latorre. Premià de Dalt) y el presente decadente, a la espera de una estocada que la  integre en la vida de la ciudad como un equipamiento para disfrute de todos.