Evolución de la lucha popular en los barrios de Barcelona

Una historia de vecinos

El parque de la Espanya Industrial, ganado tras años de lucha vecinal.

El parque de la Espanya Industrial, ganado tras años de lucha vecinal.

HELENA LÓPEZ / BARCELONA

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La Casa Golferichs como metáfora de la incidencia del movimiento vecinal en la historia (reciente) de la ciudad. Así lo ve Lluís Rabell, presidente de la FAVB y de la asociación de vecinos de la Esquerra del Eixample, barrio en el que se levanta el majestuoso centro cívico que estos días celebra su 25º aniversario. La recuperación de Golferichs, cuenta Rabell, marca un punto de inflexión en la lucha vecinal en Barcelona. «Por un lado fue una gran victoria, se consiguió parar el derribo y convertir el espacio en un equipamiento para el barrio; pero aún estamos reivindicando la plena utilización de la finca como centro cívico. Se cedió en un primer momento de forma temporal una parte del edificio a la Fundació Carles Pi i Sunyer, y lo que era temporal se ha convertido en definitivo; se indemnizó y bien a Núnez y Navarro para recuperar el edificio y, 25 años más tarde, seguimos reivindicando la gestión ciudadana del centro cívico», aterriza Rabell, restando épica a la gesta. De ahí la metáfora. «Por un lado, el movimiento vecinal dejó su huella y salvó y abrió al barrio la construcción, pero a la vez es evidente la correlación de fuerzas con los poderes fácticos de la ciudad», resume el presidente de la federación vecinal.

Un cuarto de siglo después de ese, pese a sus sombras, destacado episodio del movimiento vecinal en la ciudad hay asombrosos puntos de coincidencia con batallas actuales. El Ayuntamiento de Barcelona tiene hoy por hoy una negociación abierta con el mismo constructor para salvar de la piqueta otra construcción, en este caso una masía emblemática, la Torre Garcini, en Horta-Guinardó. En el caso actual, la historia empezó cuando el magnate inmobiliario compró la masía -largamente reivindicada por los vecinos- para edificar en el lugar. El municipio firmó una permuta con la inmobiliaria en la que le cedía unos terrenos públicos junto al parque de la Oreneta, en Sarrià, a cambio de la masía de Horta, pero la movilización también vecinal contra la cesión de unos terrenos públicos a Núñez para que construya viviendas de lujo hizo que el municipio se echara atrás en el pacto a finales del año pasado, lo que no gustó al constructor, que respondió amenazando con tirar Torre Garcini: colocó una pancarta de una empresa de derribos en la fachada y, un viernes ya de noche, entró una piqueta, lo que puso en pie de guerra al barrio. El asunto sigue abierto.

DEL CENTRO A LA PERIFERIA

Entre ambas negociaciones entre ayuntamiento y constructora, 25 años en los que el movimiento vecinal, como cualquier otro, ha vivido altibajos y ha mutado en lo que hoy es: un fenómeno más transversal y heterogéneo, que va por barrios. Zonas como Ciutat Meridiana se han centrado en los últimos años en defender el derecho a la vivienda y los servicios sociales -con un gran éxito, haciéndose un hueco en el mapa, en los noticiarios y en la agenda municipal- o trabajando en campañas como No és pobresa, és injustícia, dentro de la plataforma Nou Barris Cabrejada diu prou. En cambio, en algunos barrios del centro los vecinos movilizados están concentrados sobre todo en cómo ingeniárselas para sobrevivir al turismo: el caso de la Barceloneta, con su cruzada contra los pisos turísticos ilegales, logró un enorme eco el pasado verano.

El turismo está en el punto de mira también de las nuevas formas de organización vecinal surgidas tras el 15-M, es decir, en los últimos tres años. Es el caso de la Plataforma Aturem el Pla Paral·lel, Gràcia cap on vas? o Fem Rambla, en el Poblenou. En general, reúnen a activistas más jóvenes que los que quedan en activo en las asociaciones de vecinos tradicionales surgidas en los años 70. Aunque estas siguen teniendo un gran peso: la FAVB tiene 101 asociaciones adscritas.

«El futuro del movimiento es buscar las sinergias. Tejer redes. Las asociaciones clásicas tienen experiencia y memoria, y las plataformas nuevas, gente joven y una nueva óptica», reflexiona Rabell, quien subraya que en muchos barrios se trabaja codo con codo. Como hace su propia asociación, en la Esquerra del Eixample, con el colectivo Recreant Cruïlles, que gestiona una parte del solar de Germanetes.

VICTORIAS Y DERROTAS

El libro 1970-2010, 40 anys d'acció veïnal, editado por la FAVB 1970-2010, 40 anys d'acció veïnal, para conmemorar sus cuatro décadas, recoge 100 victorias vecinales en Barcelona distrito a distrito, desde el cubrimiento de la ronda del Mig y de la Gran Via hasta la transformación de la planta asfáltica de la Trinitat Nova en el Ateneu Popular de Nou Barris. En este periodo también ha habido derrotas más o menos agrias, como la de la plataforma por el soterramiento de las vías del tren en Sants -ahí está el mastodóntico cajón, eso sí, al fin a punto de convertirse en parque elevado- o la campaña ciudadana contra el Hotel W, que ya se ha hecho un lugar en el skyline de la ciudad.