Operación polluelo en el puerto de Barcelona

Veneradas en Utah y despreciadas en medio mundo, así son las gaviotas, y ahora una especie amenazada anida en Barcelona

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CARLES COLS / BARCELONA

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La noticia es que hay que añadir una nueva especie a la larga lista de pájaros que anidan en Barcelona, la gaviota de Audouin, al parecer una sorpresa inesperada, pero antes, claro, toca reconocer que las gaviotas en general son una familia animal antipática salvo, como no, en Utah, donde los mormones las consideran un instrumento de Dios. Los seguidores de Joseph Smith sostienen que en 1848 ocurrió el milagro de las gaviotas, tan simplón como que esas aves se limitaron a comerse una legión de insectos que amenazaba la cosecha de aquel año, así que las gaviotas tienen en la capital del estado una estatua. Utah es así. La mejor definición de lo que es aquello la dio en su día el escritor Douglas Adams en una de las aventuras del detective Dirk Gently, cuando se lanza al mercado un robot creyente, que le ahorra al dueño ir a misa. El modelo de gama alta es “capaz de creer cosas que no creerían ni en Salt Lake City”. Sublime.

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Total, que toca hablar bien de una especie de gaviota y para estos casos no hay nada como tener un ornitólogo de cabecera, Ricardo Ramos, el agrimensor de los cielos, naturalista que ha censado hasta 149 especies distintas de aves en el parque de Diagonal Mar, su cuartel general de observación, un lugar en el que ha visto cosas insospechadas, como una garceta común que tuvo la paciencia de estudiar los hábitos de un vecino del barrio que cada día daba de comer a las ocas y los patos. “Llegaba él con su gorra y ella caminaba a su lado. El señor no quería que la comida la robaran las gaviotas, así que daba primero un largo paseo alrededor del lago, y la garceta le acompañaba. Había perfeccionado una técnica para pescar gambusias cuando aquel hombre daba de comer a las ocas y a los patos”.

'GORE' EN EL ZOO

Lo que fascina a Ramos no es la simple observación, sino los hábitos de comportamiento, y eso resulta especialmente estimulante en una ciudad, porque las bestias, con o sin plumas, gaviotas o jabalís, en un entorno así no hacen nunca lo previsible. Una urbe es un bosque muy raro. En el las copas de los árboles del Zoo de Barcelona, por ejemplo, hace años que se libra una guerra entre garzas reales y cotorras que tiene fascinado a otro ornitólogo local, Josep Garcia, porque aquello es un choque entre dos especies que no conviven en hábitats naturales, un encuentro equivalente al de Sigourney Weaver con Alien, seres de planetas distintos. Esas garzas han sido vistas devorando las crías de las cotorras en venganza porque las primeras les roban las ramitas del nido.

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La gaviota de Audouin, explica Ramos, no es la clásica carroñera de ciudad en que se ha convertido la gaviota patiamarilla, la más común en Barcelona, esa que, con un poco de paciencia, es posible observar en cualquier calle de la ciudad persiguiendo palomas, a las que más que cazar, mata de puro agotamiento. El malvado Zaroff era un bendito a su lado. “La dieta de la gaviota de Audouin son los descartes pesqueros”, añade. En el 2005, Ramos ya vio algunas en Diagonal Mar. En el 2010 los avistamientos ya no eran ocasionales. La novedad ahora es que un empleado de Balearia descubrió hace pocos días una colonia de esta especie cerca de un muelle de atraque y así lo hizo saber.

A continuación la Conselleria de Territori y Sostenibilidad entró en escena, pues esta es una especie que en los años 60 estaba a un paso palmípedo de la extinción. Desde entonces, la población se ha recuperado esperanzadoramente, pero nunca hay que bajar la guardia en estos casos. Por eso, un grupo de 16 especialistas se desplazó al lugar y descubrió (he aquí la sorpresa) decenas de nidos. Anillaron tras horas de trabajo 290 polluelos. Después, se fueron y se cursó una orden para que se detenga todo trabajo de obras en aquellas 3,2 hectáreas del Moll de Ponent y que la explanada adyacente, aparcamiento ocasional de taxis cuando hay una afluencia extraordinaria de cruceros,  permanezca fuera de uso hasta que termine el periodo de cría, a mediados de julio.

La mala noticia es que aquel terreno está previsto pendiente de urbanización. Sobre la mesa queda la promesa de Territori de que en el mismo muelle, pero más al sur, acondicionará un espacio equivalente por si esta especie de gaviota decide repetir la nidificación. Dicen que los turistas que visitan Barcelona repiten. La gaviota de Audouin no va a ser menos.