LA GRAN FIESTA DE BARCELONA

Peces que nadan en el aire

El Umbracle acoge una exhibicición de criaturas marinas creadas con chatarra que sorprenden por sus movimientos

La hormiga mecánica 8 Los niños miran atentos esta creación de Raúl Martínez en el Umbracle.

La hormiga mecánica 8 Los niños miran atentos esta creación de Raúl Martínez en el Umbracle.

CRISTINA SAVALL / BARCELONA

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Una niña se acerca a la fascinante ballena beluga de frente redondeada y le da una galleta. El cetáceo reacciona y se mueve como si intuyera su presencia y apreciara su ofrenda. Y es cierto, aunque es un ser creado con chatarra reciclada y una biela, una barra que transforma el vaivén en otro movimiento de rotación, el pez de latón que nada en el aire logra transmitir la sensación de estar inmerso en una auténtica vida acuática.

La ballena es uno de los animales marinos ideados por Raúl Martínez, director de Ferroluar, empresa que gestiona las exposiciones de sus artilugios, que estos días se exhiben dentro de la programación especial de la Mercè en el Umbracle del parque de la Ciutadella, precioso de día y de noche.

Es de película: un invernadero de vigas curvadas de hierro cubiertas de un entramado de madera que protegen del frío a las plantas tropicales. Fue creado en 1883 por el arquitecto Josep Fontserè y reformado cinco años después durante la Exposición Universal por Jaume Saboreó para transformarlo en sala de fiestas y conferencias. Después Josep Amargós le devolvió su aspecto original. Ahora solo se abre en ocasiones especiales.

Al entrar en el Umbracle, dos hormigas con ojos rojos y del tamaño de un perro labrador, confeccionadas con cadenas, piñones y metales, animan la cola de espera. Los niños, agarrados a las piernas de sus padres, no saben si aproximarse o salir corriendo. «Dos motores de limpiaparabrisas articulan las patas. Además, llevan cuatro sensores que detectan los obstáculos que se encuentran por el camino y un circuito informático que resuelve su actuación. Así, giran, avanzan o retroceden», desvela Martínez, que es fabricante de maquinaria industrial, por lo que tiene acceso a material desechado.

El ingeniero siente fascinación por simular el movimiento de seres vivos y dedica horas y horas a su observación. Sorprendió hace tres años con la exposición Vida Acuática en el Museu Marítim. La que se expone hasta mañana en el Umbracle tiene su génesis en esa muestra, pero incorpora nuevos organismos marinos, con sus diversidades de movimientos y formas que habitan en las profundidades de los océanos. La diferencia es que las medusas se mueven gracias a un mecanismo de abrir y cerrar el paragüas y el ojo de la ballena es una boya de cisterna que se abre y se cierra con la ayuda de un muelle y el motor de una vieja máquina empanadora de chocolate.

Un punto de magia

Una vez en la entrada, se encuentran una rana metálica en una charca y la pescadería mecánica. Allí, los visitantes se acercan a tocar los moluscos que se abren al sentir la proximidad de una mano a través de sensores de presencia.

Dentro también sorprenden entre las plantas el caballito de mar, la tortuga y el caracol marino. Los mecanismos van desde el del pez globo que se mueve con una bomba de aire conectada a una electroválvula a unas cadenas que traccionan un banco de peces.

Martínez considera que los movimientos orgánicos resultan difíciles de imitar. Por ello busca la simplicidad y aportar un punto de magia por la naturalidad que irradian sus mecanismos mediante sensores. «El movimiento genera sentimientos. Las personas, sobre todo los niños, reaccionan como si estuvieran delante de algo vivo», explica el inventor, que ha mostrado sus creaciones en el Círculo de Bellas Artes de Madrid y en el prestigioso Festival Marionnettissimo de Francia.