EL MERCADO DE LIBROS DE VIEJO

La última parada

Concurrido  El pabellón Antoni Palau, a finales de los 60.

Concurrido El pabellón Antoni Palau, a finales de los 60.

CRISTINA SAVALL
BARCELONA

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La madera verde roída por la humedad, las paredes llenas de garabatos y las estanterías abarrotadas de polvorientas novelas, calendarios de camionero, dvd y revistas eróticas tipoPenthouse,Hembras Peligrosas,Asian Fever,Orgía, Tacones Altos, Hot yPlayboy, muchas verdadera arqueología del destape. Es lo único que queda de los pabellones Antoni Palau, un mercado de libros de ocasión ubicado en la calle de Diputació, entre Balmes y Enric Granados, delante del edificio y de los jardines del Seminario Conciliar en Barcelona.

La única parada de ocho metros cuadrados que subsiste a la intemperie es propiedad de Julio García, que hace años decidió reorientar su negocio de librería especializada en ediciones de segunda mano hacia la venta de material erótico de otras épocas, dirigido a coleccionistas del género. La zona es propicia debido a la cercanía de lasexshopEgea, que se encuentra en Diputació cerca de Aribau. Lo que más vende son revistas internacionales ya desaparecidas. «Los clientes suelen venir con listas y se pasan un buen rato buscando los ejemplares que les faltan»,explica el dueño de la parada, reacio a hacer declaraciones por miedo a represalias del ayuntamiento.«He de vivir, no puedo permitir jubilarme, apenas me dan nada. Hasta ahora las propuestas económicas que me han hecho no me han interesado. No llegaba ni para pagarme el entierro», agrega García, que depende del Instituto Municipal de Mercados de Barcelona. Según él, las concesiones son indefinidas y, al igual que las casas de lotería, pueden pasarse de padres a hijos.«Pago una cuota trimestral».

Lo cierto es que tiene un expediente abierto por el consistorio y no por dejar de ser una librería de viejo, sino por no ceñirse a los horarios de apertura y cierre de los mercados. O sean de 8.00 a 14.00 y de 17.00 a 20.00 horas. Como muy pronto abre la persiana a las 10 de la mañana y no abre la mañana de los sábados.

Las más de 20 casetas que José María Porcioles, como alcalde de Barcelona, inauguró en 1967 han ido cerrando. Algunas por la muerte de sus propietarios, otras por aceptar las indemnizaciones del ayuntamiento que desde finales del siglo pasado quiere erradicarlas, y otras por la decaída de ventas de un sector al que cada vez atraen más las ofertas de internet.

En recuerdo a Antoni Palau

Ramon Folch, doctor en Biología, escribió un artículo de opinión en este diario en el que hablaba de su tío bisabuelo, Antoni Palau i Dulcet, que da nombre a este espacio que hoy es un reducto de orines sobre todo las madrugadas de los fines de semana. Decía que era librero y un bibliófilo erudito, que publicó el monumental e irrepetibleManual del librero hispano-americano, en una primera edición en Oxford (siete volúmenes, 1923-1927) y en una segunda de 26 volúmenes editados entre Sant Feliu de Guíxols, Madrid, Bilbao y Barcelona. En total, 381.897 títulos inventariados y documentados.«Tiene dedicado lo poco que queda del mercado de libros de ocasión, unos pabellones en estado ruinoso. Merecería un mejor recordatorio», concluía.