PÚBLICO FORÁNEO EN LAS GALERÍAS DE ARTE

Pequeño y del país

Las preferencias artísticas de los turistas se centran en los creadores nacionales y en piezas de poco tamaño, tanto modernas como contemporáneas

Dos piezas de la exposición 'Artistas revolucionarios', hasta el día 7 de enero en la Galeria Mayoral.

Dos piezas de la exposición 'Artistas revolucionarios', hasta el día 7 de enero en la Galeria Mayoral. / periodico

NATÀLIA FARRÉ / BARCELONA

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Para gustos, colores. Y para coleccionistas, galerías. El cliente de arte es tan heterogéneo como lo son las salas que lo comercializan en Barcelona. Hay de todo y adquieren de todo. "La oferta es variada, cosa que es una ventaja y una oportunidad", afirma Gabriel Pinós, presidente del Gremi de Galeries d’Art de Catalunya. Y "no hay un comprador modelo", sostiene Mariana Draper, de la Sala Dalmau. Aunque, eso sí, los que se gastan los cuartos en pintura y escultura suelen tener cierto nivel adquisitivo y bastante nivel cultural. Y la mayoría de las veces van en pareja. Vamos, que la adquisición de una pieza de arte es cosa de dos. 

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Eso vale tanto para los de aquí como para los de fuera. Ambos sectores de la población también comparten una cierta tendencia a las piezas de tamaño pequeño o mediano. La razón es fácilmente deducible: "La amplitud de los pisos de ahora no es como la de antes, en la actualidad tienen menos metros cuadrados", apunta Pinós. Opinión que secunda Joan Solà, de la galería Ignacio de Lassaletta, quien, además, suma otro motivo a la aversión por las grandes proporciones: "El económico: suelen ser más caras". Aunque esto deja de ser válido cuando la pasión se impone a la razón. "Si un coleccionista, o potencial coleccionista, se enamora de una pieza, el tamaño deja de importar automáticamente. Pasa sea cual sea la nacionalidad del que ha sucumbido al atractivo de una obra", asevera Draper.

EL IVA Y LOS PERMISOS

Grande o pequeña, sí que hay una cierta querencia en el cliente extranjero por apostar por los artistas nacionales. "Es como la gastronomía. A la gente le gusta probar lo típico del país al que viaja, y en el arte pasa lo mismo, buscan lo que se cuece aquí", continúa Pinós. "Tienen mucha curiosidad por ver el tipo de arte que se crea y expone en Barcelona", corrobora Solà. Pasa con todos, pero sobre todo con los norteamericanos. "Se interesan por los artistas de la zona que visitan. Preguntan y se informan mucho, quieren saber el qué y el porqué del creador y su obra", sostiene Draper. También son los que más compran, y lo hacen de una forma rápida "aunque no compulsiva o  superflua", puntualiza la galerista. Tienen otras ventajas: para ellos los precios son muy asequibles y no les afecta el IVA, aquí mucho más elevado que en el resto de Europa. "Los norteamericanos no pagan IVA, solo pagan la importación, y por lo tanto les da igual el país en el que compran", aclara Jordi Mayoral, de laGaleria Mayoral.     

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La cualidad de heterogéneo se da también en la datación del arte que se adquiere. Se venden tanto piezas modernas como contemporáneas. Aunque la creación más reciente tiene ventajas para el coleccionista extranjero: no necesita permiso de exportación. Las obras con más de 100 años a cuestas no pueden salir del país si antes un comité de expertos no las califica como exportables, o sea, certifica que no forman parte del patrimonio español. La reunión de este comité se produce una vez al mes, lo que significa que estas ventas nunca son inmediatas, algo que "no facilita las cosas pero que se llega a entender. Es burocracia y al final tampoco resulta un gran impedimento", sostiene Mayoral. Por otro lado, el comprador extranjero tampoco suele llevarse la pieza en la maleta: la mayoría de las veces se la envían a su destino debidamente embalada y con todos los papeles y certificados en orden.

CRUCEROS DE LUJO

Las visitas de los turistas a las galerías han aumentado mucho en los últimos tiempos. "Son bastante significativas, en nuestro caso diarias", revela Mayoral, cuya sala de arte, como las otras consultadas, está cerca del paseo de Gràcia. "Se nota mucho cuando atracan los grandes cruceros de lujo", asegura Draper. Pero que entren  los turistas no significa que compren. Aunque tampoco importa excesivamente: "El movimiento existe y da alegría; si hay movimiento puede haber venta, y si no la hay, siempre pueden volver". ç

Este ir y venir foráneo, sin embargo, no debe llevar a olvidar al coleccionista y visitante local: "Sin este no tenemos razón de ser", reflexiona Pinós. "Sigue siendo nuestro mercado principal", afirma Solà. Y Draper saca la parte más pragmática del negocio: "La venta está difícil, así que lo principal no es si son de fuera o del país, sino que vengan y compren". Pues eso.