Tolerancia

El turismo no figura entre las 32 principales preocupaciones de los madrileños

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Manuel Vilaseró / Madrid

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La llegada masiva de turistas no es un problema que inquiete por el momento a los madrileños. Ni siquiera figura entre sus 32 principales preocupaciones, según la última encuesta de Calidad de Vida y Satisfacción con los Servicios Públicos, correspondiente al 2016, que lleva a cabo anualmente el ayuntamiento de la capital de España. La suciedad de las calles (48% de los encuestados), el paro (25%) y la contaminación (21%) son los tres problemas que quitan el sueño a los ciudadanos de Madrid, en contraste con la percepción de los barceloneses, que en el 2016 situaban el turismo como segunda preocupación y en el 2017 ya como primera.

Con este estado de opinión, no parece que la ‘turismofobia’ tenga el terreno abonado para arraigar en Madrid. Sí se han empezado registrar protestas en algunos de los barrios del distrito Centro, como Lavapiés y Malasaña, todas pacíficas y llevadas a cabo por colectivos que vinculan los altos precios del alquiler a la proliferación de los pisos turísticos, pero la mayoría admiten que también hay otros factores que inciden en la actual burbuja inmobiliaria. De hecho la precupación por el alto coste de la vivienda sí figura entre los problemas que citan los madrileños en un lugar relevante, el sexto.  

Una realidad muy diferente

La realidad de partida de las dos ciudades es muy diferente. Como reconocen las administraciones, Madrid "no ha llegado al grado de saturación turística de Barcelona". Solo en número de apartamentos turísticos ofertados por la plataforma Airbnb, en Barcelona existirían 1 por cada 70 habitantes, mientras que la tasa madrileña sería de 1 cada 200. Casi tres veces por debajo. Tampoco hay barrios, como el de la Barceloneta, donde las molestias causadas por la juergas nocturnas y el incivismo de algunos turistas sean relevantes.

De hecho la ‘turistificación’ solo se ha puesto sobre la mesa en Madrid a rebufo de las iniciativas llevadas llevadas a cabo por Barcelona. Ello explica que casi todos los apartamentos turísticos, el 91%, no dispongan en la capital de la correspondiente licencia. Ni se ha llevado cabo ninguna labor inspectora, ni se ha actualizado la legislación para que sea más fácil incoporarse al registro.

Medidas preventivas

El ayuntamiento ha empezado a tomar medidas preventivas, asegura, para evitar encontrarse en unos años como la capital catalana, pero descarta por el momento la congelación de nuevas licencias. Solo ha aprobado una modificación del plan general urbanístico por la que no puede cambiarse el uso de residencial a turístico en edificios enteros del distro Centro, mientras ha anunciado el inicio de conversaciones en septiembre con las plataformas con objetivos muy concretos: garantizar, a través del padrón, que el propietario vive en el piso arrendado,  implantar una tasa municipal que podria ser de un euro y limitar a entre 60 y 90 el número de días que puede estar alquilado turísticamente un piso.

También ha exigido a la Comunidad que tome medidas legislativas pero el único cambio relevante que ha anunciado el gobierno de Cristina Cifuentes es facultar a las comunidades de vecinos para que pueden prohibir el alquiler turístico en su finca. Una medida que los expertos han calificado de ineficaz ya que solo el voto en contra del propietario de ese piso impedíría que la comunidad pudiera tomar esa decisión.