Convulso pleno municipal en la capital catalana

Trias se da un mes para desbloquear las cuentas

C. M. D.
BARCELONA

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Sus querencias ideológicas serán discutibles, pero nadie puede acusarle de ser un político incoherente, de esos que van dando bandazos según sople la corriente de pensamiento. Alberto Fernández Díaz propuso ayer al pleno municipal una solución para que la ciudad pueda echar mano de las inversiones congeladas por la prórroga presupuestaria. Y lo hacía exhibiendo su afilado florete conservador, recordando al gobierno de CiU que la situación de parálisis financiera no es más que la plasmación de su incapacidad de encontrar un socio estable que le brinde un rumbo fijo. El ayuntamiento, a proposición del líder del PP, acordó darle al alcalde un plazo de un mes para que intente pactar una salida para los cerca de 200 millones destinados a nuevas inversiones. Si no se alcanza un acuerdo, Xavier Trias deberá someterse en el próximo pleno a una cuestión de confianza.

La posibilidad de aprobar las cuentas por silencio administrativo -ese conclave de finales de febrero acabaría sin un candidato de consenso para ocupar la alcaldía y a los 30 días se aprobaría el presupuesto de manera automática- es difícil de contemplar. No solo porque se cuentan con los dedos de una mano las ocasiones en las que esto ha sucedido en un consistorio, sino porque es un final que no beneficia a nadie. Fernández Díaz aclaró que su propuesta tiene un fondo «de responsabilidad y no tanto de oposición», y celebró que en la próxima sesión plenaria, Barcelona ya podrá distinguir una luz al final del túnel.

Sònia Recasens, segunda teniente de alcalde y responsable del área económica, apeló a la «responsabilidad y el diálogo» de los grupos, y recordó que la moción de confianza a Trias, más allá del posible desgaste que pueda sufrir el alcalde, acabaría con la aprobación de las cuentas tal y como se presentaron -y se rechazaron- el pasado 17 de octubre; un modo de decir que el gobierno pierde, pero la oposición también. Jordi Martí (PSC) expuso que la moción debería ser «el último recurso», y recordó a CiU que una situación de parálisis «convierte un gobierno en minoría en un gobierno solo y aislado». Sin más, solo UpB votó en contra, con lo que se abre un periodo de 30 días destinados a desencallar proyectos como la urbanización del cajón de Sants, la reforma del tramo pendiente de la Ronda del Mig, la mejora del Paral·lel y la Rambla o la resurrección de Can Batlló.

IDEA CON PEDAZOS / En contraposición a este plan de emergencia, el pleno rechazó una proposición socialista que de alguna manera se avanzaba a esta idea. Martí tendía la mano para aprobar una partida destinada a Sants y a la reforma de varios mercados. PP y CiU alinearon sus astros para rechazarla, aduciendo que no es una buena idea presentar reformas «a pedazos sin pensar en un todo», en palabras del popular Eduardo Bolaños. «¿Por qué no tienen derecho a recibir dinero las guarderías?», se preguntó Recasens, que en una afilada respuesta al líder del grupo municipal socialista le instó a informarles de «quién será el interlocutor» del PSC en el futuro.