CONSECUENCIAS DE APLAZAr INDEFINIDAMENTE UNA LÍNEA DE METRO
Trias acepta la paralización de la L-9 y pacta tapar las obras
La prórroga de seis meses, ampliable otros tres, que se autoconcedió la Generalitat a través de GISA al ordenar a las constructoras en abril parar todas las obras del tramo central de la kilométrica L-9 mientras buscaba fondos, finaliza en enero. Faltan pocas semanas y esa financiación en los términos que desea el Govern, sin más concesiones privadas de estaciones a pagar con fuertes intereses a 30 años, no aparece. Esta realidad ha dado al traste con las peticiones del nuevo alcalde Xavier Trias, convergente como el Ejecutivo catalán, de no aparcar sine die esa parte de un proyecto que debe cubrir amplias zonas sin metro. El ayuntamiento no lo ha dicho, pero ha aceptado ya de facto este futuro incierto, y ayer el teniente de alcalde Antoni Vives reconoció que se ultima una reurbanización provisional de todas las zonas de obras de las estaciones del norte de Barcelona para «como mínimo restituir allí la ciudad».
La primera actuación a precario, como informó el sábado este diario, se hará en la plaza de Joaquim Folguera, en Sant Gervasi, abierta en canal por la parada de El Putxet. Vives reveló ayer en la comisión de Hábitat Urbano, a petición del PP, que «se busca una solución en horas o en días». No concretó, pero sí dijo que en los espacios donde irán tanto la estación de El Putxet como la de Maragall se hará «una reordenación provisional», en el de Sanllehy, «se restituirán aceras», y en los de Mandri y Sarrià «también se actuará».
En el tramo de la L-9 aparcado que va de Camp Nou a Maragall, hay 13 estaciones. Nueve tienen pozos y obras a cielo abierto, con recintos vallados que afectan a vecinos, comerciantes, peatones y vehículos. Además de las cinco citadas por Vives están las de Camp Nou, Zona Universitària, Lesseps y Guinardó. En las otras cuatro, los trabajos hechos hasta hoy son solo preliminares e imperceptibles en la superficie.
Cuando la pasada primavera este diario informó del parón de la L-9
y trascendió el despido de 800 trabajadores de firmas subcontratadas, según los sindicatos, los partidos de la oposición también exigieron continuar la línea. Ayer, todos asumieron, sin más, el futuro incierto del conjunto de la faraónica obra de 50 kilómetros. El socialista Jordi Martí reclamó urbanizar con rapidez «todos los espacios porque son peligrosos» y el ecosocialista Ricard Gomà pidió «hacer compatible el futuro de la L-9 con el acondicionamiento mientras tanto de las obras».
MARINA DE LUJO POLÉMICA / La comisión de Hábitat Urbano también debatió, con argumentos políticos de fondo, el proyecto privado de convertir la Marina Port Vell en un puerto de grandes yates de lujo así como el cambio urbanístico de la fachada litoral hasta el Morrot que planea CiU. El PSC e ICV-EUiA se manifestaron en contra de ambas actuaciones, que aún tienen un largo camino por recorrer, mientras el PP y UpB estuvieron a favor.
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