EQUIPAMIENTO CON UNA LARGA HISTORIA

Tres lustros de batalla (y sumando)

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HELENA LÓPEZ / BARCELONA

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Pese a que la ilusión es evidente y el vecindario está muy contento; un jardín, ¡al fin!, después de más de una década de obrasJosep Maria Domingo, presidente del Centre Social de Sants, define la victoria que hoy culmina como amarga. "Nosotros lo que queríamos era el soterramiento total de las vías", recuerda el veterano activista sin ocultar la satisfacción por el resultado.

La pelea vecinal comenzó en el año 2000, cuando se empezó a hablar de la llegada del AVE a Barcelona. Los vecinos de Sants, que a la altura de la calle de Antoni de Capmany soportaban en aquel momento una playa de ocho vías -seis del tren y dos del metro-, vieron claro que no estaban dispuestos a aceptar un tren más bajo sus balcones. Ahí empezó la campaña Soterrem les vies. "La idea era aprovechar la llegada del AVE para que soterraran todas las vías", cuenta Domingo. Con ese objetivo varios miembros del Centro Social de Sants viajaron a Madrid a reunirse con el entonces Secretario de Trasportes, a quien invitaron a Barcelona a conocer su realidad. Y así lo hizo. "Cuando vio como estaba esto se comprometió a que el AVE pasaría soterrado", relata Domingo, memoria viva del barrio.

RENUNCIA DEFINITIVA AL SOTERRAMIENTO

Pero lo que fue una victoria, el soterramiento del AVE, supuso una derrota: el AVE pasó bajo las ya existentes vías del tren y el metro, por lo que impedía casi físicamente el soterramiento de estas (o la hacía todavía más técnicamente y, sobre todo, económicamente inviable). Fue en ese momento en el que se puso sobre la mesa la opción del cajón. Un gran bloque de cemento que cubriera las vías sobre el que se construiría un enorme jardín repleto de rampas y escaleras de acceso que rompieran la frontera que las vías habián supuesto siempre para el territorio.

Tras largas discusiones sobre cómo debía de ser este, en el 2006 se alcanzó un acuerdo firmado por todos los grupos políticos entonces en el Ayuntamiento de Barcelona y los la plataforma vecinal, muy encima del asunto desde el primer momento. Se construyó entonces el mastodóntico edificio sobre las vías, en una complicadísima operación técnica.

Una vez levantado el cajón, quedaba la parte más sencilla de la obra, la urbanización del mismo (convertir el cemento en vergel). Momento en el que se produjo un cambio de gobierno. La llegada al consistorio del equipo de Trias hizo replantear la obra. A su concejal de Urbanisme, Antoni Vives, no le gustaba el proyecto de consenso y así se lo comunicó a su arquitecto, Sergi Godia, a quien apartó de los trabajos para replantearlos de arriba abajo. Llegó a hacer unos 'renders' del nuevo proyecto que encendieron los ánimos del vecindario.

MARCHA ATRÁS

Fue tal el rechazo vecinal -no solo por el cambio de planes, sino por los retrasos en las obras que eso suponía- que el entonces concejal optó por renunciar a su sueño americano (su idea era convertir el cajón en el High Line barcelonés) y volver al proyecto de consenso (que había acumulado un año de retraso). Se retomó entonces la obra que culmina este fin de semana, con la apertura al público de los Jardines de la Rambla de Sants. "Han quedado muy bonitos, pero a ver lo que duran así. No se cerrarán por las noches y no se puede circular por ellos en coche o en moto, y que yo sepa al urbana camina poco", concluye.

Ahora les queda pelear la última fase. El lado mar del cajón. El de Can Vies.

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